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    ¿Puede un presidente (es decir, Trump) perdonarse a sí mismo?

    La vieja pregunta teórica que se hacen los expertos se reactivó luego de que 'The Washington Post' informara que el presidente habría preguntado a los abogados que le asisten en el 'Rusiagate' por la eventual posibilidad de dar el perdón a sus colaboradores y a sí mismo.
    22 Jul 2017 – 09:19 AM EDT
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    ¿Puede un presidente de EEUU otorgarse un perdón a sí mismo por posibles delitos por los que esté siendo investigado? En teoría, sí. Nada en la Constitución se lo impide expresamente.

    En la práctica es más complicado de responder porque entra en un viejo debate semántico y judicial sobre algo que puede tener desastrosas implicaciones políticas, como previsiblemente sucedería si el presidente Donald Trump tomara semejante decisión para superar el creciente escándalo del 'Rusiagate', la investigación sobre los supuestos vínculos de su campaña y Rusia para perjudicar a Hillary Clinton.

    Este viejo ejercicio teórico entre la gente de leyes se ha reactivado estos días a raíz del reportaje de The Washington Post que indicaba que el presidente había pedido a sus abogados su opinión sobre los límites del perdón presidencial y si podía aplicarse a sí mismo.

    En 1974, el equipo legal de Richard Nixon le sugirió otorgarse un perdón antes de renunciar a la presidencia forzado por el caso Watergate. En 1992 volvió a presentarse el tema cuando el presidente George Bush decidió perdonar a varios de los implicados en el caso Irán Contra, lo que lo dejaba a él como el máximo responsable susceptible de ser encausado.

    Ni Nixon ni Bush apelaron por el autoperdón. Nixon lo recibió de su sucesor, Gerald Ford, y Bush nunca fue acusado por el fiscal que investigaba la red de venta ilegal de armas a irán cuyas ganancias fueron a beneficiar a los guerrilleros alzados contra el gobierno sandinista de Nicaragua.

    Y si no lo hicieron, no fue porque no les habría parecido tentador contar con la seguridad de que iban a quedar libres de la necesidad de responder ante posibles juicios, sino porque recurrir a la figura habría desatado una tormenta política azuzada por quienes les habrían acusado de ponerse por encima de ley.

    La cuestión

    En su artículo 2, la Constitución de EEUU establece muy escuetamente el poder del presidente: “(El presidente) tendrá el poder de otorgar Indultos y Perdones por ofensas contra EEUU, excepto en casos de impeachment”. Es lo único que dice el texto sancionado en 1789 y enmendado varias veces desde entonces.

    Los especialistas indican que nada en la ley prohíbe a un presidente otorgarse un perdón a sí mismo -salvo en juicios políticos- pero que no se trata de un problema solo legal, sino también político.

    “¿Puede un presidente perdonarse a sí mismo? La respuesta corta es: ciertamente puede intentarlo, pero eso podría -y debería- no funcionar”, escribe en su blog el profesor de la Universidad de Michigan Brian Kalt, autor del libro ‘Constitutional Cliffhangers’.

    Kalt destaca que ningún presidente ha optado por esa vía y por tanto la hipótesis nunca ha sido sometida al veredicto de las cortes que serían las que podrían zanjar definitivamente el debate.

    “Algunas personas dudan que un presidente vaya jamás a perdonarse a sí mismo porque piensan que uno debe ser culpable para ser perdonado, y el presidente no querrá itir su culpabilidad. Pero eso es un punto político, no legal. Los presidentes no están legalmente impedidos de ser desvergonzados”, indica.

    La cuestión semántica

    Al centro del debate está la naturaleza del perdón, ¿quién está en capacidad de darlo y de qué se habla cuando se habla de perdón?

    Cuando se redactó la Constitución, a fines del siglo XVIII, el concepto adoptado provenía de la legislación inglesa y los poderes del rey, que otorgaba el perdón como una “gracia”. Lógicamente, los constituyentes estadounidenses se cuidaron mucho de no concederle al presidente las potestades amplias de un monarca, un sistema contra el que se habían revelado.

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    ¿Puede Donald Trump otorgarse el perdón ante una posible destitución?

    Pero el perdón, según el Diccionario de Cambridge, es la acción de otorgar una dispensa a alguien por algún error cometido, haya sido sancionado o no. Es decir que implica una acción sobre otra persona, en este caso, alguien por debajo de la jerarquía legal.

    Además, la palabra proviene del latín ‘donare’ o donar. La lógica indica que no se puede donar algo a sí mismo, sino a otra persona.

    Aunque hay que aclarar que lo que diga el diccionario o el uso de las palabras no necesariamente es lo que una corte va a usar para dictaminar la solución a un eventual auto perdón presidencial.

    La cuestión legal

    Más allá de la lógica semántica, los estudiosos indican que un presidente otorgándose a sí mismo un perdón “sería constitucionalmente anómalo y sin precedentes en la estructura constitucional”.

    “Tal poder simplemente no encaja con el resto de la estructura del gobierno establecida por la Constitución. Se opone a otras disposiciones establecidas en la Constitución que impiden el auto enjuiciamiento y el auto tratamiento. No encaja con los límites de los poderes políticos y de fiscalización de la presidencia”, explica Kalt en ‘¿Perdón? El caso constitucional contra los auto perdones presidenciales’.

    El principio legal es que nadie puede ser el juez de su propia causa. Y así como un juez debe someterse a los dictámenes de otro, un presidente solo puede obtener un perdón de un presidente que le suceda, como ocurrió en el caso de Nixon y Ford.

    Es de esperar que si un mandatario decidiera favorecerse con semejante medida, el caso que lo haya llevado a ese punto palidecería ante la inevitable crisis política subsiguiente. Posiblemente luego llevaría a un movimiento en el Congreso para el jucio a ese jefe del Ejecutivo (en caso de que no estuviera ya en la fase final de su presidencia).

    Como muchos tópicos legales, no hay manera de saber hasta dónde llega la prerrogativa presidencial hasta que la Corte Suprema otorgue un veredicto ante un caso que todavía no se ha presentado.

    Así que la nueva pregunta retórica que queda abierta en este viejo debate es: ¿será Donald Trump el primer presidente en atreverse si las circunstancias cambiantes del ' Rusiagate' lo llevaran a ello?

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