Ajustes de cuenta, secuestros y balaceras: crímenes de carteles mexicanos en EEUU de los que nadie habla
La mañana del 7 de noviembre de 2019, agentes antinarcóticos interceptaron llamadas telefónicas de un narcotraficante. Se trataba de José Elías Barbosa, identificado como líder de la organización de narcotraficantes en Washington vinculada al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). En la conversación amenazó de muerte a una de sus asociadas, Alysha Jones. Ella también le advirtió que lo asesinaría cuando lo volviera a ver.
Hicieron una aparente tregua y acordaron verse en un supermercado de Seattle. Los oficiales de la Agencia Antidrogas de EEUU (DEA) montaron un operativo de vigilancia en el lugar. Barbosa y Jones llegaron en vehículos separados y se fueron a una residencia en Port Orchard, donde se estacionaron en la parte trasera para conversar con más privacidad. Los agentes supieron que la situación se salió de control cuando escucharon “múltiples disparos”.
En medio de la refriega una de las balas impactó la clavícula de Barbosa y este llegó como pudo a un hospital. Otra llamada interceptada por la DEA describió cómo la reunión para hacer las paces se volvió un tiroteo. “Mandy (Alysha Jones), ella le disparó”, afirmó un miembro de la organización de Barbosa.
Jones contó otra versión: que Barbosa “había disparado primero” y que uno de los hombres que iba con ella “le respondió a balazos”.
A lo largo de esta investigación, la DEA escuchó otras comunicaciones en las que Luis Arturo Magaña Ramírez, otro distribuidor de drogas, ofreció un pago de 10,000 dólares “por la cabeza de Barbosa”.
Inmediatamente, los agentes montaron un perímetro de vigilancia en su casa. Antes que los sicarios del cartel lo localizaran a principios de 2020, elementos de la Policía de Kent llegaron a la casa de Barbosa con patrullas, lo detuvieron con una orden de arresto pendiente, le advirtieron que había una amenaza creíble en su contra y lo cuidaron un tiempo para evitar que le hicieran algo.
“Las escuchas telefónicas también confirmaron la reputación de violencia de la organización de tráfico de drogas”, se lee en la acusación contra Barbosa sometida en el Distrito Oeste de Washington de la Fiscalía federal. “Revelaron planes de secuestro e intimidación mediante el uso de violencia y armas de fuego. Las fuerzas del orden intervinieron en numerosas ocasiones para evitar una confrontación violenta”, agrega el documento.
Lo que sucedió en el estado de Washington contradice el argumento de que los carteles mexicanos solo actúan de manera violenta en México, mientras que en Estados Unidos únicamente se dedican a distribuir su mercancía y a colectar las ganancias millonarias.
Casos de asesinatos, secuestros, robos y ataques ligados a deudas y traiciones han sido ampliamente detallados en cortes de este país. Lo común es que se oculten incluso durante años por tratarse de investigaciones en curso que tienen en el radar a delincuentes que viven con un pie en México. En varias ocasiones las autoridades han intervenido para salvar a las víctimas, pero en otras han llegado demasiado tarde.
“No puedo salvarlo ahora”
La DEA asegura en una acusación criminal que en 2018 logró salvar a un traficante cuando ya había pistoleros de un cartel que lo estaban buscando en Ohio para asesinarlo.
“Los investigadores intervinieron, deteniendo a de la organización de narcotraficantes que buscaban a (Shauheen) Sohrabi”, menciona el Departamento de Justicia.
El cartel se enfadó porque la víctima, Sohrabi, era el responsable de un cargamento de metanfetamina líquida que llegó desde México oculto en velas y fue transportado en un camión. Lo escondieron en una bodega de Ohio, a la cual llegaron agentes antinarcóticos la madrugada del 24 de marzo de 2018.
Los narcos ignoraban que se había tratado de un decomiso y sospecharon de Sohrabi. Llamaron a alguien del cartel que estaba en México para pedir su aprobación del asesinato. “Ya le pusieron luz verde, es un cadáver. No puedo salvarlo ahora”, le dijo Tyrone Rogers -uno de los acusados en este caso- a otra persona, de acuerdo con la Fiscalía.
Al concluir la investigación, la DEA decomisó 120 galones de metanfetamina líquida con un valor aproximado de 90 millones de dólares. Hasta ahora, de esta célula criminal han recibido condenas de entre cinco y 15 años de prisión por narcotráfico.
Tres muertes ligadas al CJNG
Pero el trabajo de inteligencia del gobierno no ha logrado impedir todos los crímenes de los carteles.
En abril de 2021, un profesor de español y su cuñado presuntamente intentaron robar un depósito de drogas del Cartel Jalisco Nueva Generación que estaba en un complejo de casas móviles en Green Level, Carolina del Norte. Habían planeado llevarse drogas y dinero en efectivo. Al llegar al lugar sometieron a Alonso Beltrán Lara, presunto integrante del CJNG, según la policía.
"Amarraron sus manos y pies para que les dijeran dónde estaban las drogas y el dinero. Aparentemente no habló y le dispararon dos veces en la cabeza al estilo de ejecución", dijo el alguacil del condado de Alamance, Terry S. Johnson, en una entrevista a Univision 40.
El incidente se tornó incluso más sangriento cuando otro individuo del CJNG llegó al escondite y se inició una balacera. Uno de los presuntos ladrones, Barney Dale Harris, quien era profesor en Union Academy Charter School, recibió cerca de 10 disparos y murió. No lo protegió el chaleco antibalas que portaba.
Varias casas móviles del complejo quedaron con orificios por los impactos de las balas. Las autoridades decomisaron múltiples armas de fuego, así como unos 7,000 dólares en efectivo y 1.2 kilos de cocaína.
Un mes antes de esa mortal balacera, en marzo de 2021, los policías desenterraron cerca de Los Angeles Lake, en el sur de California, el cadáver de Mauricio Ismael Gonzalez Ramírez, un joven de 26 años que supuestamente trabajó en un plantío ilegal de marihuana durante un mes y medio, para más tarde ser retenido en contra de su voluntad y asesinado de un disparo en la cabeza.
Norberto Cruz Bautista, Apolinar Cruz Bautista y Rogelio Sánchez Gutiérrez, los tres indocumentados, están bajo custodia acusados por ese crimen. Sus casos siguen abiertos en la Corte Superior del condado de Los Ángeles. González Ramírez y sus presuntos victimarios eran todos agricultores del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), de acuerdo con el diario Los Angeles Times.
“No soy un maldito policía”
Documentos judiciales también han sacado a la luz un intento de secuestro en Chicago atribuido al Cartel de Sinaloa. El plan era raptar a los dueños de dos restaurantes en esa ciudad en 2006, llevarlos a un rancho en Joliet, Illinois, para después transportarlos hasta un lugar en la frontera donde los recibirían sicarios. Querían llevarlos hasta el bastión del cartel en el estado mexicano de Sinaloa.
El cartel quería cobrar una deuda contraída por José Jiménez, quien era miembro de una célula de tráfico de drogas en Chicago. Él perdió un cargamento de cocaína que pidió a crédito en una redada policial realizada en su casa y pensaban que les había robado, según se describe en su caso.
Cuando las amenazas subieron de tono, Jiménez pidió ayuda a su prima María Jiménez y a su esposo Ignacio Vega, quienes eran propietarios de dos restaurantes en Chicago llamados Yolanda's. La pareja acordó entregar como pago uno de los locales al jefe de la organización, Luis Vásquez.
Pero esa transferencia jamás se realizó. Vásquez fue arrestado. Jiménez y Vega testificaron en su contra en 2005 en un juicio por narcotráfico y lavado de dinero. Casi un año después se fraguó un plan para secuestrar a la pareja y llevarla a México. Jamás lo hicieron porque uno de los implicados se acercó al Buró Federal de Investigaciones (FBI) y cooperó para arrestar al resto de la banda.
Otros delitos relacionados con el narcotráfico jamás se denuncian. Pedro Flores, quien en la década de 2000 se volvió uno de los principales socios de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, contó en un podcast publicado hace unos días que fue secuestrado en agosto de 2003 en pleno centro de Chicago.
“Arriba las manos”, le gritaron hombres vestidos como agentes federales, con chalecos antibalas y supuestas placas policiales. Le cerraron el paso con un vehículo en un callejón, según su relato.
Un hombre con uniforme falso lo metió a una camioneta similar a las de la Policía de Chicago, en una transitada calle en la ‘Ciudad de los vientos’, relató Flores en el podcast.
“Me llevó, casi me cargó hacia la ‘furgoneta de la policía’. Abrió la puerta trasera… podía sentir la pistola en mi nuca. ‘No te muevas’… Escuché que abrió una cinta adhesiva. ‘¿Por qué lo estás haciendo? Mira, me atrapaste ¿Ustedes de verdad son policías?’…. Y él dijo: ‘no soy un maldito policía’”.
Pedro Flores, quien entonces tenía 22 años, fue llevado a una casa en Chicago y permaneció dos días en una habitación que tenía el piso forrado de plástico. Él pensaba que era para no mancharlo de sangre cuando lo torturaran o asesinaran. Fue liberado hasta que su hermano gemelo, Margarito Flores, pagó un rescate de 500,000 dólares. Jamás llamó a la policía para denunciar a los secuestradores, temiendo que eso los autodelatara, dijo él en el podcast.
Los gemelos Flores traficaban en esos años cientos de kilos de cocaína a EEUU y llegaron a trabajar directamente para ‘El Chapo’. Pero lo traicionaron para recibir una condena reducida. Pedro Flores testificó contra Guzmán en su juicio a finales de 2018. Ahora ambos hermanos están libres.