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¿Qué dice de Melania Trump su insistencia en ir por segunda vez a la inundada Texas usando tacones?

La primera dama ha vuelto a hacerlo. Para su segunda visita a las zonas inundadas por Harvey ha elegido unos elegantes stilettos. Aunque esta decisión deja claro que ella no va a sucumbir ante las críticas y no va a dejar que nadie le diga qué ponerse, también es leída como una falta de empatía con los damnificados.
2 Sep 2017 – 01:11 PM EDT
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Donald Trump y su esposa Melania, dejaron la Casa Blanca para ir Houston y visitar por segunda vez las zonas afectadas por Harvey. Crédito: Getty Images

Melania Trump ha decidido insistir en acompañar a su marido -en su regreso este fin de semana a Houston- armada con un par de tacones altísimos. Pero ¿por qué seguir con esta provocación? ¿por qué si Melania Trump tantas veces ha llevado zapatillas planas y atuendos sencillos, ha elegido no solo una, sino dos veces, llevar stilettos para visitar las zonas afectadas por el huracán Harvey?

Todo empezó el martes 29 de agosto, cuando la primera dama decidió acompañar al presidente Trump en su primer viaje a Texas. Esa mañana, dejó la Casa Blanca y se subió al avión presidencial con un traje todo negro, una bomber jacket verde militar, unas gafas aviator y sí, unos tacones negros que parecían más dignos de una aviso de Vogue que de una misión de reconocimiento de una tragedia (no la llamemos misión política).


Por supuesto, el gesto desató las críticas de muchos expertos de moda y la indignación de las redes sociales que hicieron énfasis en la incompatibilidad de unos tacones aguja en medio de las calles inundadas, que en algunas zonas del estado alcanzaban las 52 pulgadas.

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"Por qué esta istración no puede ni si quiera elegir unos zapatos correctos", cuestionaba indignada una editora de Vogue, mientras en las redes otros decían: "Nada dice mejor "desastre" que estos tacones stilettos". "Por favor Señor, permite que haya una marca tan tonta que me mande un informe de prensa con los créditos de sus tacones".


Las críticas se apresuraban, sin embargo, en asumir que Donald Trump y su esposa efectivamente iban a caminar por esas calles taponadas de agua, que iban a encontrarse con las víctimas y a recorrer los barrios arruinados, pero eso no fue así.

Los tacones de Melania, no eran más que el anticipo de ese trato distante y poco empático que Trump mostró con las víctimas, a quien a duras penas mencionó en su discurso. No hubo abrazo, ni cercanía con los afectados, como lo han hecho todos los recientes presidentes que han sobrellevado tragedias.


Unos tacones, entonces, no son inconvenientes para estar sentada en un carro blindado e ir de oficina en oficina atendiendo reuniones, pudo haber pensado Melania Trump, que sin embargo, atinó a cambiarse los empinados zapatos por unos tenis Adidas blancos inmaculados. Como bien lo señaló la editora de moda del Washington Post “Ella sabe que tú sabes que ella no va a experimentar el horror de la tragedia, entonces ¿por qué pretender que sí?”.

Su elección reincidente de este sábado, en el segundo viaje del presidente Trump a las zonas inundadas de Texas, deja claro que Melania Trump no va a dejar que la prensa, ni los expertos, y mucho menos sus detractores le digan qué ponerse, y eso es a la final un derecho que cualquier mujer, Primera Dama o no, puede y debe reivindicar.

Sin embargo, su insistencia en apostar por salir caminando de la Casa Blanca altiva, indemne, elegante, casi flotando con su carísimos tacones de pitón en su segundo viaje a Houston parece querer reforzar la idea de que no importa cuan caótico y embarrado esté el mundo, el país, y los lugares que la circundan, ella siempre podrá mantenerse impecable. Un tacón por encima.

Los tacones de Melania no solo la alejan del suelo, la alejan del pueblo porque se vuelven eco de que la esposa del presidente está más pendiente de reproducir momentos de moda –unos muy buenos, por cierto- que en generar empatía y cercanía con las víctimas y con todos aquellos que la siguen.

La moda es una manera efectiva de mostrar compasión y complicidad, ya a estas alturas, Melania Trump debería intuir que su ropa va a ser leída de muchas maneras. Para no ir más lejos, el mismo Donald Trump ha dejado su traje y su adorada corbata roja y se ha puesto botas y zapatillas deportivas negras y una chaqueta antilluvia porque eso es lo que demanda la situación, ese es para esta ocasión el correcto ‘dress code’. Parece muy difícil que los que perdieron todo, los que llevan con una misma ropa desde hace una semana que Harvey tocó tierra sientan empatía por parte de una mujer que insiste en llevar costosos y entaconados trajes para saludarlos.

Los defensores de Melania han hecho notar que, con tacones o no, al menos la primera dama ha decidido acompañar a su marido en estos dos viajes, algo que por ejemplo, en su momento, cuando Sandy dejó miles de damnificados no hizo Michelle Obama que se encontraba acompañando a su marido en campaña para la reelección.


Como era de esperarse, Melania Trump se cambió en el avión antes de aterrizar en Houston. Se puso una camisa de jean y, de hecho, eligió unos anodinos tenis, esos que tan famosos y trasgresores fueron en los pies de Michelle Obama. Pero con tenis y gorra ( que esta vez no dice 'POTUS 'sino 'TEXAS'), Melania ya había dejado gravitando un mensaje: ella puede ser el tipo de mujer que siente compasión y oye tus tormentos, pero ella sabe que nunca va a tener que sufrir y pasar por lo que esos otros pasan y padecen.

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