"Uvalde era un pueblo callado, no teníamos miedo": un nuevo tiroteo reabre las heridas
Cuando Adrián Alonso leyó las noticias sobre la asesinó a disparos, igual que a 18 niños y dos maestras más.
"Oré porque todos estuvieran bien", dice el padre, quien aún vive en esta ciudad con su hijo de 11 años.
Este jueves apenas pasaban tres días del inicio de las clases en Uvalde. Un enfrentamiento callejero a balas acabó con los juegos y los picnics de decenas de personas que estaban en el parque Memorial, uno de los dos que tiene esta ciudad tejana de poco más de 16,000 habitantes.
Ocurrió a las 5:30 de la tarde, según cuenta la Policía de Uvalde en un comunicado en su página de Facebook. Dos jóvenes fueron heridos y trasladados a un hospital en San Antonio.
"Si esto hubiera pasado antes de la escuela creo que no afectaría a muchos (...) pero en Uvalde tenemos un tiempo: antes del 24 de mayo y después", explica Alonso.
Antes, por ejemplo, los 4 de julio, como en todo Estados Unidos, en Uvalde explotaban los fuegos artificiales cuando caía la noche; el Día de la Independencia de 2022 no hubo luces ni sonidos. Antes, los disparos de los cazadores que visitan el pueblo eran ruidos conocidos, esperados; ahora despiertan las alertas en cualquiera.
"Son tiempos muy diferentes (...) Después de ese día un disparo es algo más grande, ayer revivimos un trauma", asegura.
Alonso, de 37 años, nació y tiene toda la vida en Uvalde. Y aunque reconoce que ha habido tiroteos en años anteriores por enfrentamientos familiares o de bandas, para él, el que ocurrió en la escuela Robb lo cambió todo: "Uvalde era un pueblo callado, que vivía despacio. No teníamos miedo de mandar a nuestros hijos a la escuela y que no regresaran, no teníamos miedo de tiroteos como el de ayer y podíamos ir al parque a jugar".
La noche del jueves dice que conversó con su hijo sobre el enfrentamiento de la tarde en el parque Memorial. Desde el 24 de mayo lo ha notado nervioso y con el tiroteo de la tarde le recordó que va a estar bien, que hay más presencia policial en las calles y en su propia escuela.
Tras el inicio de clases el martes, dice, su hijo tarda más en levantarse de la cama, en arreglarse para salir: "Está sentido, decaido". El niño le cuenta que como no han terminado de levantar una cerca alrededor de la escuela, deben jugar dentro, en el gimnasio techado o en la cafetería; y que las maestras revisan a cada rato que las puertas de los salones estén bien cerradas. Le dice además que se siente mejor cuando comienza a jugar con sus amigos y cuando están todos juntos.
Por la noche, el gobernador de Texas, Greg Abbott, dijo estar "indignado" al saber que la violencia de las bandas delictivas en la zona había puesto en riesgo a la comunidad de Uvalde. Aseguró que había hablado con alcalde Don McLaughlin para ofrecerles más apoyo estatal, que había ordenado que funcionarios y agentes especiales del Departamento de Seguridad Pública patrullaran e investigaran las áreas en las que operan cinco pandillas en Uvalde.
Alonso reconoce la presencia de tantos uniformados y que hayan arrestado a cuatro personas tras el tiroteo en el parque Memorial. Sin embargo, asegura que en Uvalde aún tienen preguntas sobre lo que falló en la respuesta de las autoridades que estaban en la primaria Robb y están esperando cambios en en las leyes para el control de armas.
Siente que las heridas del 24 de mayo siguen abiertas y despiertan el miedo en los niños cuando escuchan de eventos como el del jueves: "No quieren ir a la escuela porque tienen miedo. No van a querer ir al parque porque también tienen miedo. Los más afectados son los niños".
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