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Coronavirus

Ella superó el coronavirus, su esposo está en el hospital y les dice a otros hispanos: "No dejen de luchar"

Caridad Peña, una madre dominicana residente en Melbourne (Florida), le contó a Univision Noticias el drama que vivió después de que toda su familia se contagiara de covid-19. Ella y sus dos hijos, de 3 y 9 años, ya han superado la enfermedad y aunque su esposo lleva semanas en cuidados intensivos tiene fe en que se va a recuperar.
13 Abr 2020 – 07:52 PM EDT
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El esposo de Caridad Peña continúa en el hospital en cuidados intensivos. Ella y sus dos hijos han pasado el coronavirus en casa. Crédito: Cortesía Caridad Peña de Ortiz

El esposo de Caridad Peña de Ortiz lleva tres semanas en el hospital ingresado por coronavirus, dos de ellas en la unidad de cuidados intensivos, pero la dominicana de 28 años tiene fe de que va a superar la enfermedad. Pese a que los médicos que le tratan le advirtieron que podrían llamarla con malas noticias, ella cree que su marido, de 58 años y con varias enfermedades preexistentes, se recuperará, al igual que hicieron ella y sus dos hijos: de 3 y 9 años.

"Tiene diabetes, es paciente de diálisis, tiene presión alta y varias complicaciones y, si hasta ahora está vivo, pues Dios sabrá lo que hace", afirma Peña convencida. "Él está luchando porque no se quiere ir y los doctores y enfermeras están haciendo la lucha también".

La fe a la que se apega esta migrante dominicana se basa en su propia experiencia en las últimas semanas con la enfermedad en las que, con su esposo en el hospital, tuvo que luchar en un laberinto burocrático para que le hicieran las pruebas a ella y a sus hijos y sacar fuerzas de donde no las tenía para atender a su familia. "Yo le pedí a Dios que si a mi familia le pasaba algo que él se encargara porque yo ya no podía", afirma.

Ahora que ella y los niños están recuperados, Peña quiere compatir su experiencia con otros hispanos para que, si se encuentran en la misma situación, no dejen de luchar hasta conseguir atención. "El proceso que he vivido ha sido algo muy duro. Uno está en EEUU y cree que va a obtener una ayuda, pero ha sido muy difícil y yo estoy legal en el país y no tengo miedo ni pánico. Imagínese cómo será para quien esté ilegal", sostiene la dominicana que trabaja como limpiadora en hoteles de la zona de Melbourne (Florida).

Un laberinto burocrático en la búsqueda de pruebas

Los problemas con el coronavirus se presentaron en su familia el pasado 24 de marzo cuando Peña decidió llevar a su esposo al hospital de Melbourne porque tenía un dolor intenso en los pulmones. Esa misma noche fue ingresado y desde entonces solo pudo hablar con él por vía telefónica.

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"Después de ahí me dijeron que lo iban a trasladar a otro hospital en Rockledge. Le estaba dando fiebre y lo mantenían con medicación y se dormía cuando hablaba conmigo", recuerda.

Esas llamadas se extendieron por cinco días hasta que el lunes 30 los médicos llamaron a la familia para informarle que lo habían trasladado a la unidad de cuidados intensivos y que estaba conectado a un respirador artificial. "Nos dijeron que cruzáramos los dedos para que los pulmones no le colapsaran". No fue hasta ese día que le confirmaron que su esposo había dado positivo en la prueba por coronavirus.

Para entonces, ella ya había empezado a presentar síntomas de la enfermedad, pero no conseguía que le hicieran la prueba de covid-19. "Yo ya le había dicho al doctor que necesitaba hacerme una prueba porque me encontraba un poco mal. Tenía gripe y bronquitis. Me dieron medicinas, me vine para mi casa y me dijeron que no podían ayudarme con eso", recuerda.

Pero, tras conocer el diagnóstico de su esposo, la mujer insistió para que le hicieran la prueba a ella también porque temía contagiar a sus hijos. "El seguro me dijo que si me iba por emergencia tenía un copago de 200 dólares. Yo me fui al hospital de Rockledge llorando y nadie hablaba español, pero ellos me entendieron porque yo lloraba y decía: ' Help for me (Ayuda)'. Finalmente, la mujer consiguió que le hicieran la prueba y le instruyeron que se fuera a su casa y se aislara del resto de su familia.

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Una hermana de su marido se trasladó entonces a su casa para cuidar a sus hijos mientras ella estaba aislada, pero una noche que su cuñada se había tomado una pastilla para dormir, su hija mayor, de 9 años, comenzó a tocar su puerta desesperada.

"La niña me decía que le dolía el corazón y que no podía caminar"

"Ella es asmática y le dije que se nebularizara. Pero ella me decía que le dolía el corazón y que no podía caminar", cuenta la madre dominicana. "En ese momento yo me hinqué y dije: 'Dios, me entrego a ti porque me siento impotente'. Y también le pedí a María (la Virgen), que ella que es madre intercediera por mí", recuerda. Entonces, se acordó que un doctor de República Dominicana le había recomendado que cuando la niña se pusiera mal le diera vapores.

"Salí fuera, me lavé las manos, me puse máscara para protegerla y le di los vapores. Eso fue a las 12 de la noche y a las 2 estaba bien. Le dio dolor de cabeza y luego ya se durmió", relata.

Para entonces, aún no había recibido los resultados de su prueba de coronavirus, algo para lo que pasó días llamando a su médico, el hospital donde le hicieron la prueba y el departamento de Salud de Florida, que le iban rebotando de un sitio a otro. Finalmente, una semana después, el doctor de su esposo le confirmó que había dado positivo en el test.

Su hija, por ser asmática, pudo hacerse la prueba y también salió positivo y aunque su hijo no pudo hacérsela creen que también lo pasó porque tuvo dolor de cabeza y tos, dos de los síntomas de la enfermedad. Ahora tanto los niños como la madre están recuperados.

"Desde el día que mi hija se puso mala ya no ha salido una lágrima de mis ojos ni va a salir más porque ya Dios me ha dado esa fortaleza y seguiré así hasta el final porque mi esposo sigue vivo", afirma.

Ella insiste enpedirle a otros hispanos que no desistan en buscar ayuda si se enferman: "Seamos legales o ilegales que busquen ayuda y no desistan. Hay que seguir firme y con mucha fe".

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