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Salud Mental

Así es como las escuelas de California le hacen frente al miedo en tiempos de Trump

Meditación, fútbol, arteterapia. Las escuelas del estado están encontrando la forma de ayudar a sus estudiantes indocumentados a navegar su salud emocional mientras enfrentan las nuevas políticas migratorias.
31 May 2017 – 07:15 PM EDT
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SAN FRANCISCO, California.- Unos 150 estudiantes de distintas secundarias del área de la bahía en California —indocumentados o con algún familiar sin papeles— dedicaron un sábado reciente a hablar de una de sus mayores preocupaciones: su salud emocional en tiempos de Donald Trump.

Niños desde los 14 años vestían camisetas rojas y blancas del Club de Soñadores del Sequioa High School (SHS) en Redwood City, una ciudad situada unos 40 km al sur de San Francisco. Se reunieron por quinta vez en el evento anual “ High School DREAMers Unite!”, organizado por esta escuela.

“Todos tendríamos que aprender a lidiar con las emociones más aún en este momento de tanto enojo y rabia en que muchos sienten que se quieren ir de EEUU”, dijo Marvin, un joven salvadoreño de 16 años quien junto a su compatriota Maycol (16) y Luis (17) de Guatemala, se le ocurrió que el taller “Cuidando el bienestar emocional” debería ser dictado por primera vez en español.

Los latinos componen casi el 60% de la población estudiantil de SHS, y aunque no hay una estadística de cuántos de ellos son indocumentados, los maestros dicen que al menos un alumno por salón tiene su estatus migratorio irresuelto. Según el Instituto de Políticas Públicas de California, unos 700,000 estudiantes de escuelas públicas en el estado tiene al menos un padre indocumentado. Estadísticas del Pew Research Center de 2014 hablan de 725,000 estudiantes indocumentados en los grados K-12 en todo el país.

Maycol aseguró que su familia en este momento está “muy asustada”. “Nos sentimos vulnerables pero no debemos mostrar miedo porque entonces el gobierno hará lo que quiere mientras nosotros nos quedamos en las sombras”, agregó el joven.

No es para menos. En los primeros 100 días de la istración Trump, las detenciones de inmigrantes aumentaron un 37.6% con respecto al año anterior, según un informe de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE). Del total de 41,318 arrestados, el 26% (10,845 personas) no tenía antecedentes criminales. Esto ha hecho que las familias donde hay indocumentados, no se sientan seguras en un espacio tan sagrado como ha sido tradicionalmente la escuela.

En ese clima, California se está blindando contra las políticas de Trump. Según el Departamento de Educación, en todo el estado 57 distritos escolares, de un total de 330, han tratado de calmar los temores de las familias indocumentadas al declararse "refugio seguro" para los niños inmigrantes. Es el mayor número de resoluciones en todo el país. Y, conscientes del miedo y el trauma en los niños por la situación personal y nacional, vienen ofreciéndoles terapias alternativas para lidiar con estas emociones.

Meditación en la escuela

En la jornada en Redwood City algunos padres acompañaron a sus hijos y se animaron a dibujar sus emociones. Divididos en grupos, unos pintaron la frontera que divide a México con EEUU y escribieron la palabra miedo; otros dibujaron un camión de ICE (El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) y un niño escondiéndose detrás la puerta de su casa; otros escribieron palabras como “ansiedad”, “enojo”, “discriminación”.

También compartieron qué hacen para lidiar con estas emociones y llevar vidas normales: “Me alivia hacer artes marciales y abrazar a mi perro”, dijo Sara, de 14 años. “Tomo clases de arte acá en la escuela”, compartió Luna, de 16. “Hago meditación a veces en las mañanas o cuando estoy a punto de tomar un examen. Con mis compañeros estamos usando el app Calm”, contó Diego de 15.

“Es el tercer año que estamos implementando la meditación a nivel escolar. Los maestros la aplican en sus clases”, explicó a Univision Judy Romero, psicóloga y directora del Centro de recursos para jóvenes de la escuela. Dice que muchos se asombran cuando los estudiantes cuentan sus dolorosas historias de llegada a este país y ven como un milagro que se puedan enfocar en sus clases.

En la mayoría de las escuelas del condado de San Mateo, al que pertenece Redwood City, hay al menos uno o dos consejeros de planta. En SHS hay tres psicólogos de planta y 5 practicantes que ofrecen terapia gratuita por el tiempo que el estudiante la necesita sin importar su estatus migratorio.

“Muchos jóvenes han sufrido no sólo trauma en sus países sino que sus padres en algún momento los dejaron con otros familiares, abuelos o tíos, para venir aquí. El reencuentro aquí es un reto porque hay mucho resentimiento, se sienten extraños”, explicó Romero. Algunos niños que viven en familias de estatus mixto, en las que algunos son indocumentados, otros tienen tarjetas verdes o DACA y otros son ciudadanos, “experimentan sentimientos confusos que pueden afectar la dinámica familiar por celos, ansiedad o culpa. Estos talleres son muy útiles para ellos porque conocen otras familias en la misma situación”.

Durante los años K-12, a los jóvenes indocumentados se les conceden los mismos derechos a la educación pública bajo una decisión de la Corte Suprema de 1982, junto con la protección de las leyes de privacidad de los estudiantes que prohíben que las escuelas divulguen información a las autoridades migratorias.

No obstante, a fines de marzo grupos de derechos civiles le pidieron al fiscal general de California que investigue a decenas de distritos escolares de todo el estado que requieren que los padres proporcionen números de seguridad social para niños, su estatus de ciudadanía y otra información delicada como cuando entraron al país.

Exigir que las familias proporcionen esa información puede causar un "efecto de refrigeración", disuadiendo a los padres de inscribir a los niños en la escuela, dijo el Comité de Abogados de Derechos Civiles de la Bahía de San Francisco Área y Asistencia Legal Rural de California.

Con el aumento del bullying en contra de niños latinos en las escuelas, los clubes de soñadores cada vez toman más adeptos, pues allí se sienten más protegidos.

“El club responde a la frustración que muchos estudiantes indocumentados encontraron en su transición a la Universidad”, contó la maestra y fundadora Jane Slater, quien lleva 25 años trabajando en la escuela. El club se formó hace nueve años y cuenta actualmente con alrededor de 40 activos que se reúnen semanalmente.

Hay varios eventos anuales, como una cena de recaudación de fondos y la conferencia de Dreamers que incluye el taller sobre las emociones.

Cada vez más los salen de las sombras y cuentan sus historias personales en conferencias, iglesias locales y por supuesto la escuela. “Ha resultado muy catártico”, agregó Slater.

El rol de los adultos

La mayoría de distritos escolares en California emplean el programa de Intervención Conductual Cognitiva para el Trauma en las Escuelas (CBITS en inglés) diseñado para reducir los síntomas del trastorno de estrés postraumático (TEPT) en niños. El modelo de intervención busca involucrar al máximo a las familias, maestros, guardianes, entrenadores y hasta a los es de las escuelas para enseñarles que hay unos elementos culturales “altamente sensitivos” a la hora de entender las narrativas de estos niños. Hoy día se implementa en 14 estados a nivel nacional.

“Los maestros se han convertido en un componente crucial para el apoyo emocional de los chicos sobre todo cuando los padres están ocupados en cumplir con sus tres trabajos”, dijo Melanie Wartenberg, directora de servicios de salud mental en la escuela del East Bay Agency for Children (EBAC) que trabaja desde hace 8 años con 16 escuelas en el condado de Alameda, al norte de San Francisco, en los grados K-12. A través de MediCAL (el Obamacare de California) EBAC provee 23 terapeutas a estas escuelas, 6 de los cuales hablan español.

“Trabajamos con los adultos para que puedan entender qué son las experiencias adversas en las niñez y el impacto neurológico del trauma en los niños. Muchos tienen dificultad para regular sus emociones, con facilidad están alterados, hiperactivos en el salón escolar, no están motivados con el proceso de aprendizaje, porque sufren TEPT fruto de su experiencia migratoria”, explicó Wartenberg. “Algunos experimentan disociación cuando escuchan la patrulla policial o las mismas noticias, una sensación que ha escalado debido al clima político actual”.

El condado de Alameda, al que pertenece Oakland, dispuso una partida de $2.5 millones en servicios de salud mental para el periodo 2016-2018. Aún así “nunca tenemos suficientes médicos bilingües, es difícil reclutarlos”, reconoce Waltenberg. Según el departamento de Educación en California, la financiación total para los grados K-12 en el periodo 2016-2017, incluyendo los fondos estatales, locales y federales, es de $88.3 mil millones. De estos, el 10% viene del presupuesto nacional, pero se desconoce cuánto dinero se destina a servicios de salud mental.

Alicia Gallardo, una licenciada en terapia de familia de 37 años, cuya familia vino de el Salvador en los años 70, trabaja para EBAC en algunas de estas escuelas con el programa Newcomers para inmigrantes o hijos de inmigrantes que vienen principalmente de Salvador y Guatemala. Dice que algunos niños no piensan en su cruce por la frontera como una experiencia traumática como la concebimos nosotros. “Caminar por seis semanas, llegar solos separados de sus familias, pasar hambre y sed, son hechos que naturalizan porque han desarrollado unas estrategias de supervivencia muy fuertes para defenderse”.

Gallardo asiste a menores no acompañados que fueron detenidos por oficiales de migración y están en hogares de paso a los que llegan a través de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados. Algunos de ellos han sido reunificados con sus padres u otro adulto confiable y mientras esperan su audiencia en la corte, van a la escuela. En el distrito escolar de Oakland se estima que hay unos 400 menores no acompañados inscritos.

“Con ellos hay varios retos”, dice Gallardo. “Como tienen que enfrentar a la corte de inmigración, hacemos juegos de rol para que practiquen cómo van a responder las preguntas del juez y retomen el control”.

En las audiencias los niños deben contar abiertamente sus traumas como el abuso, la violencia, o el terrorismo del que fueron testigo. Esto deja muchas heridas abiertas que deben tratar en terapia.

“Es una situación muy estresante, sobre todo porque en las cortes no recae la responsabilidad de ofrecerles ningún acompañamiento legal ni mucho menos mental”, dice.

Fútbol y arte sin fronteras

Axel, 18 años, salió de Guatemala hace tres años y cruzó en barco a México con su hermana menor, pero una vez en tierra estadounidense, el coyote que los traía los dejó a su suerte, incomunicados y sin dinero. “Nos dejó con una mochila y poca ropa. No sabíamos qué hacer, entregarnos era la única forma”. Según su relato pasaron 15 días en una “hielera” en Texas, como se les conoce a los centros de detención transitorios de ICE, y luego terminaron en una casa hogar en Arizona hasta que se reencontraron con su padre en California un mes después.

Ahora estudia en Oakland International High School (OIHS), y está a punto de graduarse. “Yo recibo consejería 2 veces a la semana. Soy de las personas que se enojan muy fácil y en algún momento tuve un altercado que resultó en golpes y yo no quería regresar a eso. Aquí siento libertad para expresarme”, contó Axel a Univision.

No obstante lo que ha tenido el impacto más positivo en su sanación es participar del programa Soccer without Borders que desde el 2008 se instauró en esta secundaria y actualmente cuenta con seis equipos: cuatro de niños y dos de niñas. “A través del fútbol hablo con muchas personas que no hablan español, así también aprendo de ellos y sus costumbres. Nos apoyamos mucho incluso fuera de la escuela”, agregó el joven.

De esa manera, el ejercicio físico les ayuda a lidiar con el trauma y el sentido de equipo les da un sentido de familia, además rompiendo la barrera del lenguaje, dijo por su parte Lauren Markham, coordinadora de Programas de Escuela Comunitaria en OIHS. Dice que en la escuela hay casi 100 menores no acompañados y el 30% de los alumnos es indocumentado.

“Además del deporte, la terapia colectiva es muy común. Tenemos círculos de justicia restaurativa para resolver conflictos, grupos de desarrollo de la masculinidad, de solidaridad femenina e integración cultural. Como la mayoría de chicos son latinos, tenemos cinco grupos en español”, dice Markham.

El condado patrocina hasta ocho sesiones de terapia por alumno y por eso la consejería promueve actividades extracurriculares. Hay 10 consejeras a cargo de ellas y dos trabajan de tiempo completo y son bilingües.

Estephanie Noriega es una de ellas. Pertenece a la Familia Counseling Services, una de las agencias encargadas de manejar los casos de menores no acompañados en el condado de Alameda. Ve entre 15 a 20 niños por semana.

“Les hacemos ejercicios con técnicas de respiración. Les damos pelotas de estrés, rompecabezas, los ponemos a escribir y colorear, para que puedan describir cómo se están sintiendo”.

Noriega cuenta que cuando Donald Trump fue elegido, el patio de la escuela se llenó de carteles dibujados por los niños. Cuando los maestros vieron que los alumnos respondieron con ansiedad e incluso algunos con ataques de pánico, se les ocurrió que lo mejor era salir a pintar. “Dibujaron muchas flores y mariposas, frases inspiradoras como ‘no vamos a dejarnos caer’, pero también groserías”.

Escuelas santuario

Hay dos palabras que todos los niños entrevistados por Univision usaron en sus relatos: “miedo” y “santuario”. La primera fue para describir sus emociones, la segunda porque sin embargo, un atisbo de esperanza les hace sentirse protegidos en California. Desde octubre de 2015 en este estado todos los niños indocumentados están cubiertos por MediCal, y el Senado ya aprobó un proyecto de ley estatal para convertir a todo el territorio en santuario.

Entre los 57 distritos escolares que se han declarado santuario está la Junta Escolar de los Ángeles, donde unos 200,000 alumnos son inmigrantes o hacen parte de familias de estatus mixto. El pasado 9 de mayo determinó que no se permitirá a ningún oficial de inmigración entrar a las escuelas sin autorización del superintendente de cada institución y previa consulta con los abogados del distrito.

Esto como respuesta al arresto en febrero de Rómulo Avelica-González, quien fue detenido por ICE después de dejar a uno de sus hijos en la escuela, mientras el otro le esperaba en el coche.

“Nosotros entrenamos consejeros de crisis en todas las escuelas para atender a niños y familias que enfrentan trauma” cuenta Pia Escudero, directora de Salud Mental del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD en inglés), quien supervisa a casi 300 profesionales incluyendo trabajadores sociales, psiquiatras y psicólogos clínicos.

“Desde enero de 2017, hacemos talleres para que las familias aprendan cómo hacer un plan de seguridad si hay una redada, dónde se van a juntar, a quién llamar, si a la madre o al padre. La idea es normalizar lo más posible la situación para que los niños sigan yendo a la escuela y se enfoquen en estudiar”, agregó Escudero.

En Los Ángeles, cada escuela cuenta con su presupuesto autónomo para contratar trabajadores sociales, enfermeras o equipos de servicios de salud mental para los niños y adicionalmente existen 14 clínicas de salud mental y 7 centros de bienestar, donde los niños pueden recibir consejería o terapia, sin importar su estatus migratorio.

El Distrito Escolar Unificado de Fresno también dio pasos en una dirección similar. El 8 de marzo aprobó una resolución que dictamina que para inscribir a los niños las escuelas no deben tomar en cuenta el estatus migratorio, es decir no les piden número de seguro social. Incluye una póliza estricta que impide que los agentes de ICE entren a las escuelas o que se les entregue a algún estudiante sin el consentimiento de padres o tutores.

Hay 74,000 niños en 80 escuelas de Fresno y se estima que el 20% proviene de familias de estatus mixto. Para ellos el distrito provee 60 psicólogos escolares y 10 de ellos son bilingües.

“Hoy les ayudamos a someter aplicaciones al DACA y a la universidad, por el temor que tienen de que el gobierno se quede con sus datos. La mesa directiva los respalda”, dice Claudia Cazares, fiduciaria del Distrito Escolar de Fresno. Sacramento, Oakland, San Francisco, San Bernardino, Stockton, San Jose, Riverside, Long Beach, Santa Ana, San Diego y Fremont pasaron resoluciones similares.

Talleres sobre “conoce tus derechos” se han hecho también en varias partes de California con apoyo del Consulado de México. “Lo importante es decirle a los niños que el trauma se puede superar”, dice la terapeuta Noriega. “Ellos no están solos, el sistema escolar los apoya”.

*Los padres de los menores citados en este artículo sólo autorizaron el uso de sus primeros nombres.

*Este artículo fue producido como parte de un proyecto de la Beca Nacional del USC Center for Health Journalism.

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