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Predeciblemente, el socialismo deja a Venezuela en la ruina

“Los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro se apoderaron de empresas privadas, purgaron y castigaron a sus rivales, impusieron controles gubernamentales al comercio, manipularon el valor de la moneda y subvencionaron las compras de bienes de consumo. El resultado ha sido un desastre”.
Opinión
Director de La Iniciativa Libre.
2019-02-28T14:46:08-05:00
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Hugo Chávez y Nicolás Maduro en una sesión de la Asamblea Nacional, el 5 de julio de 2006. Crédito: Getty Images

Millones de estadounidenses –latinos y otros– están presenciando el drama que tiene lugar en Venezuela y esperan y oran por un retorno a la democracia y al estado de derecho. Durante dos décadas, líderes autoritarios se han visto sistemáticamente comprometidos en actos de represión y de negación de los derechos humanos, lo que ha llevado a conflictos políticos y al colapso económico de Venezuela. Hasta que los líderes de ese país no respeten el estado de derecho y garanticen los derechos de propiedad privada y las libertades civiles, es probable que la situación no mejore.

Lamentablemente, lo que ha sucedido en los últimos años no es nada sorprendente. Desde que Hugo Chávez colocó a su país en este curso hace más de 15 años, Venezuela ha hecho poco por desviarse de un camino de mayor control estatal y de falta de respeto por los derechos individuales. Sus líderes autoritarios, que se niegan a permitir elecciones libres y justas que podrían sacarlos de sus cargos, han ignorado los límites de sus poderes. Sin nadie que refrene sus impulsos estatistas, el gobierno ha destruido el clima esencial para una economía saludable y una sociedad libre.

Ha sido claro por años que este camino solo podía llevar a la desdicha, aunque los apologistas de Chávez y Maduro prometieran lo contrario. Hace seis años, escribí que “vendrían lluvias más fuertes" para Venezuela como resultado de la reelección de Chávez. No era difícil adivinar que sin la libertad económica y el fin de las políticas estatistas que estaban dañando gravemente a Venezuela en ese momento, la situación continuaría deteriorándose. La hiperinflación y el colapso económico que se ha producido en los últimos años no es, por desgracia, una sorpresa. Según el Fondo Monetario Internacional, la economía de Venezuela se contrajo en un 30% entre 2013 y 2017. La inversión de Estados Unidos, una importante fuente de creación de empleo, se redujo drásticamente. La represión y las reformas estatistas afectan a la gente de Venezuela cada día más.

El dolor no se distribuye equitativamente, por supuesto. Como la historia nos ha demostrado una y otra vez, cuando los gobernantes autoritarios se atribuyen todo el poder, se aseguran de cuidar a sus aliados. Nicolás Maduro y la élite venezolana, por supuesto, viven cómodamente –mientras millones de personas se enfrentan a la escasez de alimentos y medicinas, y luchan para evitar el hambre–. Esta semana, Maduro deportó a Jorge Ramos y a un equipo de Univisión que se atrevieron a mostrarle imágenes de su gente recogiendo comida de un camión de basura. Una vez más, los socialistas obtuvieron el poder prometiendo igualdad y prosperidad para todos, pero terminaron generando pobreza y escasez, excepto para los poderosos.

Los venezolanos no quieren que su país siga por este camino. En las elecciones presidenciales realizadas el año pasado Maduro fue declarado ganador pero, una vez mas, fueron elecciones marcadas por irregularidades masivas. La participación de los votantes se redujo drásticamente a partir de 2013, con estimaciones de que solo el 30 por ciento de los votantes fueron contados adecuadamente. Existe un amplio acuerdo de que la elección fue una farsa. Es una conclusión compartida por muchos en todo el espectro ideológico, incluidos The New York Times y The Wall Street Journal. Cuando la Asamblea Nacional resolvió nombrar a su dirigente, Juan Guaidó, como presidente interino, la medida fue apoyada por muchos miles en Venezuela que están ansiosos de un cambio.

A principios de esta semana, el vicepresidente Mike Pence se reunió en Colombia con Guaidó y anunció ayuda adicional de Estados Unidos para Venezuela y la región, así como sanciones económicas adicionales para el régimen de Maduro. A pesar de la decisión de Maduro de bloquear la ayuda internacional, en un aparente intento de matar de hambre a su propio pueblo, muchas naciones se están moviendo para ayudar al pueblo de Venezuela a lograr el cambio que tanto desean y necesitan.

Lo que sucede en Venezuela tiene un impacto en todos nosotros. No son solo los miles de estadounidenses que tienen amigos y seres queridos que sufren la represión y colapso económico. Cuando los líderes optan por un desconocimiento continuo de la legalidad, cuando arrasan con las políticas de libre mercado que alguna vez ayudaron a hacer de Venezuela una potencia económica, destruyen la prosperidad y empobrecen a su gente. Ahora, miles de venezolanos están huyendo de su país, desesperados solo por sobrevivir. Eso crea presión en los gobiernos de la región, así como en Estados Unidos, que enfrenta cada vez más solicitudes de respuesta.

A pesar del historial de fracasos, todavía hay quienes miran lo que ha sucedido en Venezuela y lo ven como un modelo para otros países. Los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro se apoderaron de empresas privadas, purgaron y castigaron a sus rivales, impusieron controles gubernamentales al comercio, manipularon el valor de la moneda y subvencionaron las compras de bienes de consumo. El resultado ha sido un desastre. La hiperinflación ha aplastado los presupuestos familiares y la economía en general se ha derrumbado. Sin embargo, mientras esto sucedía, muchos políticos y celebridades occidentales hablaron positivamente sobre el camino que eligió Venezuela. Y ahora, cuando el veredicto está en vigor, afirman que estas fallas no tienen nada que ver con las políticas colectivistas del gobierno.

El hecho es que Venezuela ofrece una importante lección para países en desarrollo y desarrollados por igual. El estado de derecho, la protección de la propiedad privada, la transparencia y un sistema de impuestos limitados son fundamentales para un gobierno sano y una sociedad libre y abierta. Cuando los gobiernos comienzan a sobrepasar su autoridad y frenar estos derechos, los resultados pueden ser devastadores. Debemos alentar movimientos que ayuden a Venezuela a establecer y mantener estas protecciones, y protegerlas en otras partes del mundo.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.

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