null: nullpx

Alex Jones y el precio de la desinformación

"Ahí precisamente, en una sala de justicia, es donde deben estar Jones y otros falsificadores de la realidad que medran con las inseguridades y vulnerabilidad de personas inocentes. El proceso constituye una oportuna advertencia de las graves consecuencias financieras que puede tener el difundir mentiras y desinformación para ganar dinero o acumular poder sobre los demás".
Opinión
Miembro del equipo de política de Univision.
2022-08-08T12:51:44-04:00
Comparte
Default image alt
"El banquillo de los acusados es el sitio ideal para sentar a personajes como Jones y exponerles como lo que son: bribones y criminales". Crédito: Briana Sanchez/AP

En un país donde los malos que desinforman parecen estar ganando la guerra, ha sido un deleite presenciar cómo perdía una batalla el campeón de la desinformación maligna Alex Jones. Un jurado de Austin, Texas, concluyó que el teórico de las conspiraciones debe pagar casi $50 millones por difamar a las víctimas de la masacre de la escuela primaria Sandy Hook, en Connecticut, y a sus familiares al propagar el infundio de que ese horror en realidad fue “puro teatro” escenificado por actores. Es justicia material y poética que muestra el camino que es preciso recorrer para contrarrestar con efectividad a quienes hacen de la falsificación sistemática de la realidad un negocio personal.

Durante el proceso judicial quedó en evidencia que charlatanes sin escrúpulos, como Jones, son vulnerables a las reglas civilizadas que permanecen vigentes incluso en una sociedad como la nuestra que, en otros aspectos, como el de la proliferación de las armas de fuego y la negación del derecho de la mujer a la libre elección, tiende hoy a la barbarie.

Jones inició el juicio con su mala costumbre de convertir su defensa en un espectáculo narcisista y mediático. Pero lo desarmó el conmovedor testimonio de Neil Heslin y Scarlett Lewis, quienes perdieron a su hijo Jesse en el ataque. “No puedo describir los últimos nueve años y medio”, declaró Heslin, “el verdadero infierno que otros (padres) y yo hemos sufrido por culpa de la temeridad y negligencia de Alex Jones”. Entre sollozos y mirando al acusado fijamente a los ojos, Lewis le espetó: “Míreme, soy una madre real y Jesse era real”. La jueza Maya Guerra Gamble complementó la jornada acallando a Jones cada vez que éste reincidía en la falsificación de los hechos. “Usted cree”, subrayó la jueza, “que todo lo que dice es verdad. Pero no lo es. Sus creencias no hacen que algo sea cierto. Por eso está aquí”.

Ahí precisamente, en una sala de justicia, es donde deben estar Jones y otros falsificadores de la realidad que medran con las inseguridades y vulnerabilidad de personas inocentes. El proceso constituye una oportuna advertencia de las graves consecuencias financieras que puede tener el difundir mentiras y desinformación para ganar dinero o acumular poder sobre los demás. Quedan sobre aviso, entre otros, los políticos extremistas que niegan la veracidad de las matanzas con armas de fuego y la integridad de las elecciones que pierden.

El banquillo de los acusados es el sitio ideal para sentar a personajes como Jones y exponerles como lo que son: bribones y criminales que pretenden enredarnos en la maraña de sus embustes para adquirir fama, enriquecerse o ganar elecciones. En esa posición degradante no tienen otro remedio que echarle el freno a la blenorragia oral con la que suelen ofuscar el diálogo racional y permitir que sus víctimas revelen el sufrimiento que les han causado y exigir el castigo que se merecen.

Las vistas judiciales y las audiencias en el Congreso se han convertido así en la última línea de defensa de la realidad que los estadounidenses necesitamos entender para salvaguardar nuestras libertades, democracia y convivencia pacífica. Lo hemos visto en las audiencias televisadas sobre el asalto al Capitolio que protagonizaron miles de simpatizantes de Donald Trump. Y lo estamos viendo de nuevo en los juicios televisados de Jones. Le quedan por lo menos dos en los que deberá enfrentarse a los padres de otros dos niños asesinados en Sandy Hook. Es posible, además, que se le encause por perjurio si se comprueba que mintió en la corte bajo juramento; y que el que investiga el ataque al Congreso recomiende procesarle por su participación en la conjura golpista, de la que hay amplia documentación gráfica.

Para tratar de evitar una catástrofe financiera, Jones se declaró en bancarrota días antes de ir a la corte. Pero sus acusadores aseguran que su patrimonio en realidad asciende a más de $270 millones y que no cesa de aumentar cada día. Señalan que lo logra convenciendo a los ingenuos de que corren inminente peligro por desastres que él mismo se inventa y vendiéndoles luego “protección”. Es la misma fórmula que explotan otros embaucadores de moda que ahora deberán pensárselo dos veces antes de propagar teorías conspirativas a expensas de personas inocentes.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.

Comparte
RELACIONADOS:Tiroteos