Puurs: el pequeño pueblo que pasó de fabricar cerveza a producir la primera vacuna contra el covid-19
Puurs, Bélgica.- El café De Vierklaver (el trébol de cuatro hojas), ubicado en el centro de esta población, permanece indefinidamente cerrado. Con un cartel colocado en su puerta, sus dueños se disculpan con sus parroquianos por no poder dar servicio a causa de la letal pandemia de covid-19 que azota al pueblo, a Bélgica, a Europa y al mundo.
El sonido de las campanas de la iglesia de San Pedro, ubicada a una cuadra del café, anuncian las once de una fría mañana de diciembre.
Un hombre que lleva cubierta la nariz y boca por una mascarilla azul pasa de largo frente al café que anuncia con orgullo en su fachada uno de los productos por los que, hasta hace un par de semanas, era famoso a este pequeño pueblo de la norteña región de Flandés: la cerveza Duvel.
Sin embargo, en noviembre pasado, el nombre de esta pequeña localidad de apenas 17,000 habitantes, muy cercana al puerto de Amberes, comenzó a sonar en noticieros de todo el mundo gracias a que la empresa americana Pfizer, junto con su socia alemana BioNTech, anunciaron que sería aquí en Puurs, junto con su instalación hermana ubicada en Michigan, Estados Unidos, donde se produciría la vacuna contra el SARS-CoV-2, causante del síndrome respiratorio agudo severo del que se han contagiado 70 millones de personas y por el que han muerto hasta ahora 1.5 millones de personas alrededor del mundo.
Foco internacional
El pasado 2 de diciembre, un torbellino de periodistas que cubren cotidianamente la Unión Europea en Bruselas se trasladaron con urgencia hasta aquí tras conocer la noticia de que las primeras vacunas que se inocularían en población en general en el Reino Unido saldrían de la planta de Puurs.
Con las cámaras y los micrófonos de medios internacionales a su disposición, el alcalde demo-cristiano, Koen Van den Heuvel, aprovechó para alardear —mientras mostraba la nueva plaza mayor del pueblo, en parte construida gracias a los impuestos que recibe de las farmacéuticas— que el sentimiento general de la gente de Puurs es que "vamos a salvar al mundo”.
Pero los vecinos del poblado, también conocido por su amplia producción de espárragos blancos y por ser sede de otras farmacéuticas internacionales como Novartis o Purna, tomaron con cautela y suspicacia la noticia.
“Conocía la planta y sabía lo que estaban haciendo, entonces no es una gran sorpresa que estén involucrados (Pfizer)”, dice Ines Ielegems a Univision Noticias afuera de su casa. “Pero cuando lo escuchas y lees en las noticias que lo que están haciendo es verdad, es muy agradable, sí me siento orgullosa”.
Rosette, otra vecina que hace sus compras este medio día en el centro de la localidad y cuyo hijo trabaja en la planta y enfermó hace unos meses de coronavirus, coincide con Ielegems, “creo que es fantástico que aquí se pueda producir la vacuna y que se distribuya alrededor del mundo. Espero que ayude a la gente”.
Aunque los vecinos de Puurs se muestran solidarios con el mundo, están expectantes al momento en que la vacuna esté disponible para ellos mismos.
“¿Qué podemos hacer?”, pregunta Rosette encogiéndose de hombros cuando se le cuestiona qué piensa de que las vacunas no se queden aquí. “Creo que es una lástima, pero no podemos hacer mucho. Las primeras (vacunas) se fueron a Inglaterra. Tal vez los siguientes seremos nosotros”.
“Parece muy simple tomar tu bicicleta y viajar un pequeño tramo para recoger tu dosis, pero por supuesto que así no funciona”, añade Ines. “Que las hagan aquí no significa que nosotros vamos a ser los primeros en recibir las vacunas”.
En Puurs, como en todo el mundo, existe población que requiere con más premura la vacuna. Como Peter Van Mullen, un hombre de edad quien sufre hipertensión y asegura que no le parece justo que todas las vacunas que se fabrican en Puurs se vayan a otro lado.
“Llega primero a quien tiene más dinero y lo compra todo”, dice el vecino a unos pasos del café De Vierklaver. “No se dan cuenta de la gente que necesita ayuda, ellos son quienes tienen que esperar. Lo ideal hubiera sido que de 20 dosis que se venden en el extranjero, 10 se quedaran aquí en Bélgica”.
A 1,8 millas del café, las hélices de dos impresionantes generadores giran sin descanso día y noche para proveer de energía a la planta de Pfizer de la que se estima saldrán 1,350 millones de dosis en los próximos meses. Para ello, la empresa ha decidido ampliar su plantilla añadiendo a 300 personas más, la mayoría de aquí de Puurs.
Pero no solo en esta sede se trabaja a marchas forzadas para cubrir la que probablemente será la demanda más grande de vacunas en la historia. Aquí en Bélgica, otras compañías como AstraZeneca, Sanofi, GSK, Johnson & Johnson, Inovio o Univercells han elegido producir vacunas o sus principios activos.
La razón que hace tan atractivo a este pequeño país del norte de Europa es su geolocalización privilegiada. Bélgica tiene apenas 24,8 millas de costa, suficientes para ser una puerta de entrada ideal al continente —por agua a través de ríos como el Escalda, por carretera o por tren— y hacia el exterior a otros puntos del mundo.
Ines, Rosette y Peter parecen dispuestos a esperar su turno para vacunarse con el compuesto que podría ser la solución a la letal pandemia y se produce a solo unas millas de sus casas.
Mira tambien: