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Guerra Rusia y Ucrania

"Estábamos aterrados": la odisea de este mexicano para salvar a su familia de los bombardeos de Kiev

Pablo Ferrat es un mexicano que vivió durante más de 10 años en Kiev, una ciudad que considera su hogar. El 17 de febrero pasado dijo que la gente vivía de manera "normal" los días en la capital ucraniana. Siete días después, tuvo que huir de la guerra con su hija de un año y su esposa, Olenka. Desde Polonia, contó a Univision Noticias cómo fue su largo recorrido. Siga lo último en vivo sobre el conflicto entre Ucrania y Rusia aquí.
Publicado 10 Mar 2022 – 10:29 AM EST | Actualizado 10 Mar 2022 – 10:41 AM EST
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Tanto las guerras como las plagas toman siempre por sorpresa a la gente, escribió Albert Camus en ‘La Peste’. A Pablo Ferrat y a su familia un sórdido bombazo los sorprendió en su apartamento en Kiev. La madrugada del 24 de febrero, Rusia llevó a cabo lo que el mexicano consideraba impensable hasta entonces: invadir Ucrania por tierra, mar y aire. Unos días después, no tuvieron otra opción que partir como lo han hecho, hasta ahora, más de dos millones de personas en un viaje que les tomó casi tres semanas.

El 17 de febrero, los vientos de guerra en Ucrania se creían lejanos. En una videollamada con Univision Noticias, Ferrat describió el ambiente que se vivía en Kiev, a donde llegó a residir hace más de 10 años, como “normal”. Además, dijo que ni él ni su esposa, Olenka Pryshchepo, tenían intención de abandonar el país, junto a su hija de un año, su casa a menos de que se diera “un ataque terrorista o, en concreto, una invasión”.

Una semana después de aquella conversación, el último de los temores de Ferrat se hizo realidad. La acometida rusa impactó blancos militares e instalaciones estratégicas. Ese 24 de febrero el originario del Estado de México tapió las ventanas de su apartamento, ubicado en la céntrica zona de Volstamp para proteger a su hija y a su esposa, quien es ucraniana y labora en la embajada de Suiza.

Ferrat, de 49 años, describió en ese momento para este medio el cambio que había experimentado la metrópoli en cuestión de días: “Hay puestos de patrullaje, no puedes salir de la ciudad, hay restricción de movimiento, aunque hay gente caminando”. Aún con la esperanza de no tener que abandonar la ciudad, él y su esposa decidieron buscar alternativas de refugio.

Fue a un costado del edificio de siete pisos y 28 apartamentos donde hallaron un búnker de la época soviética que en algún momento había sido habilitado por los vecinos como gimnasio. Ahí, entre barras, pesas y mancuernas, se refugiaron junto a unas 50 personas durante una noche y un día en que escucharon el aullido de las sirenas antibombas.

Dejan todo atrás por la invasión rusa

A los primeros bombardeos a instalaciones militares de Kiev le siguieron otros mucho más violentos que incluyeron zonas habitadas por la población civil.

El viernes 25 de febrero, la familia buscó refugio en la embajada suiza. Sin embargo, ahí solo encontraron a unas cuantas personas, entre ellas al embajador y al encargado militar quien les recomendó alcanzar la caravana que había partido unas horas antes.

Ferrat y Pryshchepo experimentaron un miedo tremendo. Desconocían lo que les esperaba en la carretera o antes de salir de la ciudad. En ese momento ya habían entrado tanquetas rusas a una de las zonas de Kiev y temieron hallarse con su bebé en medio de un fuego cruzado. Ante esta situación, tomaron su auto para dejar atrás la vida que habían construido durante años, el apartamento que rentaban y otros dos que habían comprado con esfuerzo.

La familia tomó la decisión de evitar las autopistas y trasladarse por carreteras alternas que conducen al oeste, a la ciudad de Odesa. Algunas “ventajas” que encontraron fueron las malas condiciones y lo angosto de los caminos que tomaron, los cuales no le permitirían transitar por ahí a los tanques rusos.

La situación se torna peligrosa

“Hola Julio, ayer tuvimos que salir de Kyiv porque la situación se volvió muy peligrosa”, escribió Ferrat a este reportero el sábado 26 de febrero. “Estamos en un pueblo a 130 km (81 millas) de Kiev en la casa de una amiga de la mamá de mi esposa”.

A la población que se refería Ferrat era la de Bila Tserkva, donde una amiga de la madre de su esposa, su esposo y su hijo los habían acogido.

Los siguientes días, el mexicano que vivió las manifestaciones de 2013 y 2014 del llamado Euromaidan (la Revolución de la Dignidad) con las que se derrocó al expresidente electo Víktor Yanukóvich del partido prorruso de las Regiones, analizó de manera cuidadosa junto a su mujer la situación del país para saber cuáles eran los siguientes pasos más seguros que debían tomar.

Pasaron cuatro días refugiados en la villa de Bila Tserkva sin que la comida fuera un problema porque los pueblos de Ucrania son autosuficientes. Producen leche, crían animales, tienen conservas y agua que normalmente sacan de pozos. Para la calefacción, queman carbón y, si no hay carbón, no tienen problema con quemar basura.

Los temores de ser alcanzados por la embestida rusa se atizaron el martes 1 de marzo cuando dos misiles, disparados desde Bielorrusia, cimbraron la casa donde se refugiaban. Tal fue la fuerza que los cristales de las ventanas estuvieron a punto de quebrarse.

Avanzan en medio de la incertidumbre

“Estamos bien, perdón que no me haya comunicado, pero esto ha sido una locura”, escribió Ferrat el mismo 1 de marzo por mensajería instantánea a este reportero mientras preparaban sus cosas para volver a movilizarse más al oeste.

Una colega de Pryshchepo le comentó que ella se había desplazado con su familia a una población de nombre Kalynivka, ubicada a 107 millas al oeste de Bila Tserkva, donde tenían una casa. El miércoles 2 de marzo, la familia tomó carretera y realizó el trayecto. Ese mismo día, llegaron a salvo a Kalynivka.

El sábado 5 de marzo, después de volver a calcular la ruta a detalle y con las noticias del avance de las tropas rusas al interior del país y el reciente ataque a un depósito de municiones ubicado Vinnytsia, muy cerca de Kalynivka, Pablo Ferrat consiguió combustible y partió con destino a Lviv, una de las ciudades más vivas del oeste del país. Sin embargo, el trayecto de solo 267 millas le tomó ocho horas de viaje.

En su camino encontraron numerosos retenes que son controlados por civiles, pero que son organizados por la policía. En estos puntos de revisión se buscan armas y grupos subversivos provenientes del este del país. Estos grupos supuestamente tienen cercanía con los rusos y, según los ucranianos del oeste, buscan desestabilizar infiltrándose entre la población.


Nuevamente los os de la embajada suiza le consiguieron a Pryshchepo una habitación para su familia donde llegar en Lviv. Ahí pudieron descansar y planear el último tramo de su recorrido antes de dejar el país.

La pareja decidió que sería por el sur de la frontera por donde intentarian ingresar a Polonia. Con el apoyo de mapas digitales e información local, el miércoles 9 de marzo partieron a las 06:00 horas (23:00 horas ET) cuando el toque de queda fue levantado.

Rumbo a la frontera huyendo de Ucrania

El navegador satelital de Ferrat los condujo al sur a un pequeño poblado de nombre Ustyluh. Antes del mediodía, habían logrado recorrer 111 millas —un total de 566 millas desde Kiev en casi tres semanas de recorrido— hasta la frontera que anuncia territorio polaco.

Después de identificarse con su pasaporte mexicano, Pablo Ferrat, el ucraniano de Olenka Pryshchepo y el acta de nacimiento de su hija fueron registrados como refugiados para después trasladarse a la ciudad polaca de Lublin.

Desde ahí, vía telefónica, Pablo Ferrat contó su periplo a Univision Noticias. “Fue un miedo tremendo. Estábamos aterrados al dejar Kiev”, comentó.

Hace tres semanas, el mexicano aseguró que no querían irse del país porque dejar atrás a la familia de su mujer sería “un poco egoísta”. A través del teléfono, Ferrat se dijo contento de estar a salvo. No obstante, aseguró que siguen con la idea de quedarse cerca de Ucrania porque ahí está su vida, su casa y la familia de su mujer que habita en un pequeño poblado del este. Ellos, desde su ventana han visto los tanques rusos pasar desde que la guerra, como las plagas, los tomara por sorpresa.

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