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Honduras

"Queremos regresar algo de lo bueno que nos dieron": llegaron a Tijuana con la caravana y ahora dan de comer a otros migrantes

Un grupo de jóvenes centroamericanos que se conocieron durante la caravana de 2018 decidió montar un comedor para asistir a otros migrantes y a los mexicanos que lo necesiten en Tijuana. Su objetivo es que nadie pase hambre y el proyecto se está expandiendo para ayudar de otras maneras en la comunidad.
15 Dic 2019 – 05:58 PM EST
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Migrantes, mexicanos deportados y personas con necesidad se acercan al comedor a pedir alimentos diariamente al comedor. Crédito: Joebeth Terriquez

TIJUANA, México. - De lunes a viernes y de forma puntual, un grupo de 10 jóvenes centroamericanos se reúnen por las mañanas en un local ubicado en la calle Primera, en la Zona Norte de Tijuana, para comenzar a preparar comida y bebidas naturales para otros migrantes, adultos mayores y personas en situación de calle.

Con esmero, seleccionan cada uno de los alimentos que van a utilizar y se distribuyen de forma certera las actividades para que todo esté listo cuando lleguen los comensales. Quieren, dice Kevin (quien decidió cambiar su nombre solo por seguridad), que las personas que entren "se sientan como en casa y que todos disfruten" lo que les ofrecen.

La idea del comedor comunitario 'Contra Viento y Marea' nació con la llegada de la caravana migrante a Tijuana y se consolidó unos meses después, en febrero de 2019, luego de que este grupo de jóvenes decidiera quedarse en la ciudad mexicana por las restricciones a las solicitudes de asilo impuestas por el gobierno de Donald Trump.

“La comida no se le debe negar nunca a nadie”

Kevin, impulsor del proyecto, y el resto de los integrantes del grupo, llegaron a Tijuana con la caravana migrante en noviembre de 2018; su objetivo era cruzar a Estados Unidos a como diera lugar para alejarse de las amenazas de las pandillas, la represión gubernamental y la pobreza en sus países de origen: Honduras y El Salvador.

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Tras haber caminado con la caravana migrante, este joven guatemalteco cambió de planes y tiene una nueva vida


Se conocieron en el camino y se hicieron amigos mientras compartían hambre, lluvias, frío y el rechazo de una pequeña parte de la sociedad mexicana durante todo su trayecto.

Cuando se dieron cuenta de que no podían cruzar al país vecino, como habían soñado, se convencieron de que su misión en la vida era retribuir toda la ayuda que recibieron durante su periodo de tránsito y estancia en la ciudad.

“No teníamos pensado quedarnos en Tijuana, pero ya que estábamos aquí, pensamos que lo mejor sería retribuir algo de todo lo bueno que nos dieron, porque sabíamos que seguían llegando personas y que llegarían más”, dice Kevin.

Kevin relata que, después de que las autoridades sacaron a los migrantes del albergue Benito Juárez y que fueron llevados a El Barretal, ellos fueron de los que primero se resistieron. Estuvieron días durmiendo en la calle y luego fueron alojados en una bodega en la Zona Norte, donde comenzaron a organizarse en la cocina.

Pero una vez que fueron desalojados de ahí y llevados al albergue Ágape Misión Mundial, ya sin opciones certeras sobre las peticiones de asilo, decidieron salir, rentar su propio espacio y emprender el proyecto.

“Lo pensamos como una forma de retribuir un poco y seguir ayudando a quienes siguen llegando a esta ciudad con la ilusión de poder cruzar hacia Estados Unidos, sobre todo porque sabemos lo que se sufre en el camino y porque la comida no se le debe negar nunca a nadie”, explica Kevin.

En el comedor tienen dos turnos de entrega durante toda la semana; para el almuerzo, de 12:00pm a 2:30pm, sirven alrededor de 100 platillos y, por las tardes, de 5:00pm a 6:30pm, ofrecen alrededor de 150 platillos, un promedio de 250 personas a las que alimentan diariamente.

Los alimentos los consiguen a través de donativos de personas que desinteresadamente les brindan recursos o en especie, y mediante convenios con mercados, los diez jóvenes trabajan como voluntarios y entre todos se organizan para aportar. Todos cocinan, todos sirven y todos limpian.

Kevin dice que su filosofía es clara y precisa: “La comida es para todos sin importar de que estado o país vienen, incluso si son personas que viven en la calle o cualquiera que llegue pidiendo ayuda, nosotros se las damos, a veces el comedor está cerrado y nos tocan, aún así no les negamos una comida”.

Además del comedor, en el espacio cuentan con una bodega para recibir donativos también en especie como medicamentos, pañales, toallas femeninas y equipos de limpieza, los cuales donan también en paquetes para quienes los soliciten.

Los sábados realizan clínicas sanitarias de forma gratuita para las personas que lo requieran y cuentan con un huerto que está en crecimiento con la idea de cultivar alimentos que después ofrezcan en el restaurante, que también se ha convertido en un punto de información y orientación para los migrantes que llegan a la ciudad.

Más allá de un restaurante

Kevin señala que las expectativas que tienen son altas y quieren consolidar su espacio en esa zona, pero además les gustaría poder encontrar un sitio mucho más grande.

“Queremos un espacio donde a los migrantes, ancianos y personas en situación de calle les compartamos talleres y actividades culturales y oficios, que cada vez sean más personas a las que podamos atender, porque queremos seguir ayudado a los más desprotegidos", dice.

“Así como a nosotros nos ayudaron, queremos seguir ayudando, porque sabemos que es difícil, es muy complicado, nosotros vimos el sufrimiento de muchos en el camino y cuando llegamos aquí lo único que queríamos es tranquilidad, sentir un poco de paz", añade.

El proyecto cuenta con una página de Facebook para tener o y recibir donativos que se encuentra como 'Contra viento y marea comedor' y con una web para recaudar fondos para el mismo.

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