El amor no es una causa válida para pedir asilo en EEUU

Desesperado por la soledad y la distancia que existía entre su novia y su pequeño hijo, Julián, un inmigrante originario de Nicaragua, emprendió rumbo a Estados Unidos con la ayuda de un coyote al que pagó $3,500 dólares en efectivo para que lo llevara desde Ciudad de Guatemala hasta Matamoros, norte de México.
El viaje desde Managua a Guatemala no fue problemático porque los centroamericanos transitan libremente por la región mostrando solo el carné de identidad (tarjeta de identificación personal). “Es fácil, pues”, dice Javier, uno de sus hermanos. “Ya una vez ahí siguió el viaje. Nosotros nos quedamos acá pidiéndole a Dios que lo cuidara, porque vaya que es peligroso el cruce”, agrega.
Una vez llegado a Matamoros se aventó a cruzar la frontera de manera ilegal por la zona de Brownsville, Texas, hasta que un agente de la Patrulla Fronteriza lo detuvo.
La familia dice que pasaron un par de días sin noticias, hasta que por fin recibieron una llamada telefónica. Julián estaba en Monterrey, un poco lejos de la frontera, porque Matamoros “es una zona muy peligrosa”, dijo Javier.
En busca de sus amores
La novia de Julián tiene residencia legal permanente (green card) y vive con el hijo de ambos en el centro de Texas. Fue la distancia, agravada por la pandemia del coronavirus, que los distanció aún más.
“A eso agréguele la tristeza de mi hermano por no verlos”, cuenta Javier al otro lado del teléfono. “Nosotros le decíamos que no se vaya, que espere, que ella puede venir y se casan acá y luego lo pida, que gestione una visa y lo haga con el pie derecho. Pero no escuchó. El amor y la soledad pudieron más y se fue de mojado”.
La familia consiguió el dinero necesario para pagar al coyote y costear los gastos de la travesía.
“Él hacía poco había cumplido los 28, el 13 de marzo”, cuenta su hermano. La idea del viaje maduraba con el paso de los días dentro de su cabeza. También el deseo de abrazar a su novia y estrechar a su pequeño hijo, a quienes no veía en varios meses.
“Antes de irse varios amigos suyos que se fueron para Estados Unidos le metieron en la cabeza que era fácil. Él estaba esperando tener suerte y que con sólo decir que iba a la dirección de su novia y de su hijo iba a pasar la frontera. Pero no fue así, no resultó de esa manera. A pesar de todo lo que le dijimos, sobre todo nuestra madre que tiene 82 años tomó la decisión de irse de un día para otro. No quiso irse por la puerta grande”, lamenta Javier.
El o
Conocí la historia de Julián por medio de un correo electrónico que Javier envió a la redacción de Univision Noticias en Miami, Florida.
“Buenas tardes. Les comento mi caso. Mi hermano tomó la decisión de irse de forma ilegal Estados Unidos, él en estos momentos está en un centro de detención llamado Port Isabel donde tuvo su primera audiencia el 23 de mayo. El fallo del juez fue ordenar una expulsión luego de que mi hermano le solicitara la salida voluntaria”, se lee en la nota.
“¿Qué debemos hacer para poder tener más información sobre su caso? Por ejemplo, ¿cuánto tiempo puede estar ahí esperando ser deportado? Si existe alguna manera de que salga, regrese a México y tome un vuelo que ya tenía programado, ya que él fue ingresado al programa MPP”, añade.
Javier dijo además que “nuestro deseo es que salga pronto de ahí y regrese a nuestro país. Si puede brindarme algunos teléfonos sería de gran ayuda para así tener una mejor comunicación”.
Respondí de inmediato a Javier y le pedí que me enviara un número para arlo. Un par de horas más tarde hablamos por teléfono. Dijo que la madre de ambos estaba “muy angustiada” por su hijo y la familia temía por su vida y la seguridad de ambos, tanto de ella como de Julián, porque no sabían dónde estaba y si se “encontraba con buena salud”.
o con las autoridades
Luego de conseguir el número de extranjero de Julián, fecha de nacimiento, nacionalidad, edad y el lugar y fecha cuando fue detenido por la Patrulla Fronteriza, escribí a las oficinas de prensa del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y de la Oficina Inmigración y Control de Aduanas (ICE) para conocer el estatus de su caso.
Un día después recibí un correo de una portavoz de ICE indicando que, al “olvidar proporcionar el ángulo de su historia, ¿cómo voy a investigar esta solicitud? ¿Cuál es su interés en este detenido?”
No tenía ángulo porque en ese momento no estaba escribiendo una historia. Mi respuesta simplemente fue: “Adelina,
su familia se comunicó con nuestra sala de redacción y quieren saber dónde está y si será deportado de regreso a su país. Están muy preocupados. Gracias”.
Al poco rato Nina Pruneda, una de las portavoces de ICE, respondió que había solicitado los antecedentes de Julián y que en breve se comunicarían con nuestra redacción.
La respuesta oficial
Tres días más tarde la agencia me envió, vía correo electrónico, el reporte oficial del caso Julián. La nota dice:
“Gracias por su paciencia. Aquí está nuestra respuesta. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) enfoca sus prioridades de control de inmigración civil en la detención y expulsión de los no ciudadanos que representan una amenaza para nuestra seguridad nacional, la seguridad pública y la seguridad fronteriza.
Antecedentes adicionales: Julián, ciudadano de Nicaragua, ingresó a Estados Unidos sin inspección cerca de Rio Grande City, Texas, el 21 de abril. En esa misma fecha, la Patrulla Fronteriza lo arrestó y le entregó una notificación para que compareciera ante un juez de inmigración. Regresó a México pendiente de su audiencia de inmigración.
El 23 de mayo, Julián compareció ante un juez de inmigración y se ordenó su expulsión a Nicaragua al no haber encontrado ninguna base legal para permanecer en Estados Unidos. Julián renunció a su derecho a apelar. Está recluido en el centro de detención de Port Isabel a la espera de ser trasladado a su país de origen”.
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La última llamada
Llamé nuevamente a Javier para darle la noticia.
- El gobierno dice que lo tiene bajo custodia para deportarlo a Nicaragua.
- No sabe cuánto le agradecemos que nos diga eso.
- Nada, para eso estamos.
- Mi madre estará feliz al saber que Julián está bien y que regresará a casa.
- Es bueno saber eso.
- No se fue por la puerta grande.
- Así es.
- Sólo saber que está vivo y sano es una bendición.
- ¿Sabe usted qué dijo en el momento que se entregó a la Patrulla Fronteriza cuando lo detuvieron?
- Claro, cuando lo enviaron primero a México él nos llamó y dijo que había dicho la verdad a los agentes, que iba en busca de su novia y de su hijo en Texas, que los extrañada mucho a ambos.
- Esas no son causas de asilo.
- Ya lo sé. Se lo dijimos, pero ya sabe, está enamorado. Y siempre ha sido fácil de llorar. Cuando se siente acorralado él no habla mucho, se pone a llorar. Quizás eso hizo y por eso le negaron el asilo.
Cuando José Guerrero, un abogado de inmigración que ejerce en Miami, Florida, se enteró de la historia de Julián, lanzó un suspiro y dijo: “Ay, Dios mío, el pobre lamentablemente no argumentó una buena causa para obtener asilo en Estados Unidos”.
“El hecho que extrañe a su novia, que esté enamorado y quiere abrazar a su hijo, no da base legal para recibir este beneficio legal disponible en la frontera”, agregó.
Por su parte, la Oficina de Ciudadanía y Servicios de Inmigración (USCIS), reiteró que las causas de asilo válidas son “persecución por raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social en particular y opinión política”.
La familia de Julián dijo que Julián pudo comunicarse anoche con ellos y decirles que esperaba ser deportado la tercera semana de junio.
Nota:
Julián y Javier no se llaman así. Sus nombres fueron cambiados para guardar su privacidad. La familia accedió a contar la historia para que sirva a otros inmigrantes que pudieran estar planeando viajar a EEUU por una causa similar.