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    Tiroteo en escuela primaria en Texas

    "Los llevamos a la escuela para estudiar, no para que los maten": en Uvalde, un dolor profundo se mezcla con reclamos de cambio

    La herida en Uvalde es tan reciente que a su gente todavía le cuesta asimilar la magnitud de la tragedia. El duelo ha tocado prácticamente el pueblo entero, donde todos se conocen. Pero en medio del dolor comienzan a crecer los pedidos de padres que quieren que sus hijos vayan seguros a la escuela. Aquí puedes seguir nuestra cobertura sobre el tiroteo en la primaria Robb.
    Publicado 29 May 2022 – 09:02 PM EDT | Actualizado 29 May 2022 – 09:11 PM EDT
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    UVALDE, Texas - No había pasado siquiera media hora de que Gladys Gonzales se había despedido de su hija Caitlyne y de las amigas de ella en la primaria Robb, cuando escuchó los primeros reportes del tiroteo dentro de la escuela en la que pensaba habían quedado todas bien seguras.

    Recuerda que su pequeña de 10 años le había pedido antes de despedirse que se la llevara. Ella le respondió que se quedara y aprovechara los últimos días de clases con sus compañeras. “Estábamos con Eliahana (Cruz) Torres y Jacklyn (Cazares) y me dijeron: ‘Queremos que seas nuestra chef y extrañamos tus pancakes’. Y les dije: ‘El sábado les voy a hacer pancakes’”, cuenta a Univision Noticias.

    “Media hora antes de que pasara todo”.

    Eliahana Cruz y Jacklyn Cazares fueron dos de los 19 estudiantes fallecidos en la peor masacre perpetrada en una escuela de Estados Unidos en una década. Dos maestras también murieron la mañana del 24 de mayo en Uvalde, un pueblo de Texas cercano a la frontera con México.

    Caitlyne Gonzales, la hija de Gladys, veía una película en un salón contiguo al aula donde el atacante desató su furia. La pequeña escuchó cuando el hombre intentó abrir la puerta de su salón mientras gritaba desde afuera: “Van a morir”.

    “Ella me habló de la clase y me dijo: ‘Mami ven por mí, ven por mí… y ya no pude hablar con ella. Perdí la comunicación”, relata Gladys Gonzalez.

    La madre dice con un nudo en la garganta que pensó que jamás la volvería a ver con vida. Pero su hija logró escapar por una de las ventanas y resguardarse en una funeraria aledaña a la escuela.

    Agradece una y mil veces a Dios el poder abrazarla y acurrucarse con ella para apaciguar el miedo que ahora invade a la pequeña en las noches. Pero a la vez reclama con amargura que “no se vale” lo que ocurrió. Aunque dice que no le gusta meterse en política —algo que se escucha también entre otros vecinos de este pueblo mayoritariamente hispano— cree que todo tiene un límite si se trata de la seguridad de los niños.

    “Debe haber un cambio, porque ningún niño debe tener temor de regresar a la escuela, temor a que vuelva a haber otro tiroteo, no es justo y esto no debe volver a pasar”, dice.

    "Hoy fuimos nosotros, tal vez ustedes pueden ser los siguientes (...) cuántos niños más tienen que morir para que haya cambios”.


    Otros padres en Uvalde piensan igual que ella. Algunos consideran que los cambios son más urgentes en la seguridad de las mismas escuelas. Sobre todo más controles y más policías que eviten que se repita otro 'Uvalde'. Otros exigen que esos cambios alcancen las esferas estatal y federal. Los reclamos llegaron este domingo hasta el más alto nivel posible, cuando vecinos pidieron en persona al presidente Joe Biden "hacer algo" para frenar esta enquistada violencia durante su visita al pueblo cercano a la frontera con México.

    "Que no puedan adquirir armas como ir a comprar una Coca-Cola"

    Los reclamos llegan cuando la respuesta de las autoridades en este último tiroteo está siendo fuertemente cuestionada y cuando la cabeza de la seguridad pública en Texas ha reconocido el “grave error” cometido ese día al pensar que el atacante se había atrincherado en un salón sin estudiantes.

    El hombre estuvo dentro de la escuela por más de una hora y en ese tiempo asesinó, hirió e incluso atormentó a los niños gritándoles que los iba a matar y poniéndoles música que ellos han descrito como sombría. Tardaron en entrar pese a que desde adentro trataban de romper el cerco policial para poner a sus hijos a salvo.

    “Los llevamos a la escuela para estudiar, no para que los maten”, dice Arely Borrego, quien tiene una hija de 10 años llamada Alayna Borrego.


    “Como padres es frustrante (...) Queremos que nos escuchen, queremos que nuestro gobierno proteja a nuestros hijos de este tipo de situaciones. Ya no podemos seguir pasando por esto, que cambien las leyes para que no puedan adquirir armas como ir a comprar una Coca-Cola”. "Por eso mi hija hizo ese cartelón, para manifestar lo que siente, porque ella quiere crecer, quiere vivir.".


    Las laxas leyes de armas en Texas están nuevamente están en el foco, y también en Estados Unidos, donde se han producido 27 tiroteos en escuelas en lo que va de este año, de acuerdo a la base de datos de la organización Education Week.

    El hombre que sembró el terror en la primaria Robb recién había cumplido sus 18 años el 16 de mayo. El 17 de mayo compró un rifle semiautomático. El 18 adquirió 375 rondas de municiones. El 20 se hizo con otros rifle semiautomático en la misma tienda donde había comprado el primero, según las autoridades.

    Y el 24 perpetró la matanza y convirtió a Uvalde en escenario de una tragedia impensable. En los últimos tres días el epicentro del duelo colectivo ha sido la plaza del pueblo. Allí, decenas han derramado cariño y apoyo con flores, peluches, juguetes, mensajes escritos en papel, globos…

    Han llegado desde niños de la primaria Robb que han pedido a sus padres ir a recordar a sus amiguitos, hasta pequeños de otros estados. Oran, se abrazan, recorren las 21 cruces con los nombres de las víctimas —Nevaeh, Jacklyn Eliahana, Makenna, José, Eliahna, Irma, Iziyah, Amerie Jo, Xavier, Jayce, Tess Marie, Miranda, Eva, Alithia, Annabell, Maite, Jailah, Rojelio, Layla y Alexandria— y les escriben mensajes de despedida.

    Un "tiempo de fiesta" que se convirtió en dolor

    Todos conocen a las víctimas o a los familiares de ellas y sus relatos ayudan a entender la magnitud del dolor. Es un pueblo de unos 15,000 habitantes donde el 80% de ellos son hispanos y es frecuente escuchar "aquí nací, aquí crecí y aquí tuve a mis hijos".

    Uno de los que puede decirlo es José Ruiz, un pastor del Templo Cristiano de Uvalde. Y por esa cercanía con su pueblo ha congregado a consejeros locales y de otros estados con experiencia apoyando emocionalmente a víctimas de tiroteos como el de la primaria Robb. Cuenta que para los familiares y allegados de los fallecidos el golpe ha sido tan fuerte que están todavía como “adormecidos” en medio de esta “pesadilla”.

    "Esta semana hubiésemos estado celebrando graduaciones, el weekend del Memorial Day, pero en lugar de ser un tiempo de fiesta es un tiempo de dolor".

    Un duelo que trae consigo un trauma prolongado como suele darse después de incidentes violentos, según expertos consultados por Univision Noticias en este tipo de coberturas. Ruiz coincide porque hace 10 meses perdió a su hijo Joey en un accidente vehicular y cuenta que el día de la masacre sintió exactamente lo mismo que la noche que él falleció. “Es un proceso en el que nunca sanas, es un proceso en el que (solo) comienzas a saber cómo salir y cómo vivir con esa situación”, explica.

    Pero la comunidad de Uvalde "está unida, en duelo, pero unida", han observado Ruiz y los consejeros que viajaron de otras partes del país. "Es algo diferente a lo que ellos han visto en otros lugares".

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