Kamala Harris comienza su carrera contrarreloj para cortarle el camino a Donald Trump
En política siempre se dice que una semana es mucho tiempo. Y el cuando Joe Biden era el porfiado aspirante a la reelección.
En el cuarto día de la convención realizada en Chicago, Kamala Harris aceptó la candidatura, alabó a (y se despidió de) el presidente Biden, y arrancó los 76 días de la recta final para las elecciones presidenciales de noviembre, con las que busca impedirle a Donald Trump el regreso a la Casa Blanca.
Todo hecho en un ambiente energizado (casi triunfalista) que llevó a grandes figuras del partido, como los Clinton o los Obama, a advertir que la elección no está ganada, que ese nuevo entusiasmo no se refleja en las encuestas por mucho que haya mejorado Harris ante Trump en comparación con Biden, y que es necesario “hacer algo” (como dijo Michelle Obama) para garantizar el triunfo.
Terminan las convenciones y empieza el fragor de las campañas
Desde que Biden le endosó a Harris la candidatura, ella ha sido lo novedoso de un panorama político en el que se enfrentaban dos señores blancos muy mayores. Y eso le ha garantizado cobertura mediática y en redes sociales, para envidiosa molestia de Trump.
Pero con el fin de la temporada de convenciones ( los republicanos “coronaron” a Donald Trump en julio en Milwaukee) la campaña entra ahora en su apogeo. En estos dos meses y medio que faltan para la cita con las urnas, le pueden pasar cosas a Harris que corten el tono festivo de su postulación.
Un adversario como Trump no es algo que ningún candidato a alguien quisiera tener.
Aunque parezca “poco serio” como afirmo Harris en su discurso de aceptación, el republicano es un candidato formidable, que logra imponer su mensaje sencillo a fuerza de machacarlo constantemente. Él tiene una conexión muy fuerte con su base más dura y acrítica.
Por ahora, Trump parece estar estancado en el pasado, preguntando “¿dónde está Joe?", como si fuera un niño que busca su juguete preferido. Puede uno creerle cuando dice ante una audiencia que él “hubiera preferido al otro candidato” (Biden), algo que suena lógico porque tiene cuatro años estudiándolo, cosa que no ha hecho con Harris.
Entre la "camarada Kamala" y el "raro" Trump
Muchos estrategas republicanos piensan que el expresidente debería atacar las políticas de Harris, más allá de simplemente calificarlas como “ultraliberales”, cosa que en realidad no son. Quisieran, además, que dejara de atacarla con mensajes personales con tonos sexistas y racistas, pero hasta ahora no les ha hecho caso.
Tratándose de un hábil comunicador, no sería extraño que en unas semanas el expresidente haya inventado algo, un sobrenombre o una acusación (sin importar su autenticidad) que genere dudas entre los votantes sobre Harris, su trayectoria y sus intenciones.
Por ahora, mientras se queja de que los demócratas lo llamen "raro", a Harris la tilda de comunista y las comunicaciones de la campaña republicana se refieren a ella como "camarada Kamala". Falta ver si esa estrategia pega.
El asunto es que no hay mucho tiempo, sobre todo para los demócratas, que en poco más de dos meses deben hacer operativa y exitosa la campaña presidencial de Harris. En su favor tienen que la irrupción de Harris en la escena generó entusiasmo y una ola de donaciones con las que rompieron récord de recaudación.
Los republicanos llevan mucho tiempo en la labor, los más de tres años que tiene Trump lamentando un fraude electoral que, está demostrado, nunca sucedió.