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Los ‘Einsteins perdidos’: cómo se desperdicia el potencial de los niños más brillantes de familias pobres y cómo solucionarlo

Un nuevo análisis muestra lo mucho que el estatus socioeconómico de la familia de un estudiante influye en si se convierte en inventor al crecer. ¿La clave para disminuir las desventajas que sufren los niños más pobres? Exponerlos a más inventores.
11 Feb 2018 – 10:57 AM EST
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Una nueva investigación concluye que hay muchos "Einsteins perdidos" en Estados Unidos, niños que tenían la capacidad de convertirse en inventores pero no lo hicieron debido a dónde nacieron. Crédito: iStock

La innovación se entiende como uno de los motores del crecimiento económico, y para maximizar la innovación y el crecimiento, todos nuestros jóvenes más brillantes deberían tener la oportunidad de ser inventores.

Pero un estudio que condujimos recientemente, junto con Neviana Petkova del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, pinta un panorama muy distinto. Encontramos que el potencial de un niño para innovar en un futuro tiene tanto que ver con las circunstancias de su familia como su talento y desempeño.

Concluimos que hay innumerables ‘Einsteins perdidos’ en EEUU: niños que tenían la habilidad de innovar, pero cuya clase socioeconómica o su género redujo considerablemente su habilidad para llegar a las redes sociales y a los recursos necesarios para convertirse en inventores.

Nuestro análisis esclarece la manera en que el incrementar la exposición a otros inventores puede ser una manera importante de reducir estas disparidades e incrementar el número de jóvenes que innovan e inventan.

Las brechas académicas crecen con el tiempo

Nuestro primer hallazgo es que las tasas de innovación varían muchísimo según la clase socioeconómica, la raza y el género. Al usar datos identificados recientemente que nos permiten seguirle la pista a 1,200 millones de inventores desde que nacen hasta que son adultos, encontramos que los niños nacidos de padres en el 1% de la distribución de ingresos tienen 10 veces más posibilidad de convertirse en inventores que los niños nacidos de padres en la mitad inferior de la distribución de ingresos.

De manera similar, los niños blancos tienen tres veces más probabilidad de ser inventores que los niños negros. Solo 18% de la generación más joven de inventores son mujeres. Aunque la brecha de género se achica un poco todos los años, a este paso, no veremos un balance de género hasta dentro de un siglo.

Esto no significa que el talento no cumpla un papel en determinar quién inventa en EEUU. De hecho, las calificaciones de matemáticas de estudiantes tan jóvenes como el tercer grado nos dicen mucho sobre quién crecerá a innovar.

No es sorpresa que los inventores típicamente obtienen las calificaciones de matemáticas más altas. Más preocupante es que aunque los jóvenes de más alto desempeño de procedencias más privilegiadas llegan a innovar a tasas muy altas. Muchos niños igual de talentosos, pero de procedencias más modestas no lo llegan a hacer. Incluso entre los niños con más talento, la procedencia familiar sigue siendo el factor más determinante de quién se vuelve un inventor al crecer.

La importancia relativa del privilegio y las habilidades cambia a medida que los niños crecen. Y lo hace de una manera que sugiere que las diferencias en el entorno educativo contribuyen a las disparidades en las tasas de patentes.


Al comienzo de la primaria, podemos identificar a los estudiantes de alto rendimiento de entornos menos privilegiados. Pero a medida que estos estudiantes crecen, la diferencia en los puntajes de las pruebas entre ricos y pobres se vuelve mucho más pronunciada.

Para cuando están en la secundaria, los jóvenes de entornos menos privilegiados que parecían tener potencial como futuros inventores se han rezagado académicamente. Otra investigación reciente sugiere que las diferencias en las escuelas y los barrios juegan un papel importante en esta divergencia socioeconómica en las habilidades.

Si de alguna manera pudiésemos lograr que todos los niños crecieran para inventar a la misma velocidad que los niños blancos de las familias más ricas de EEUU, es decir, las familias con un ingreso de 100,000 dólares o más, tendríamos cuatro veces más inventores en el país. Entonces, ¿qué se puede hacer para mantener estos ‘Einsteins perdidos’ en el camino a convertirse en innovadores?

Las ciudades llenas de inventores generan más innovación

Descubrimos que aumentar la exposición a la innovación puede ser una herramienta poderosa para aumentar el número de inventores en el país, particularmente entre mujeres, minorías y niños de familias de bajos ingresos.

Para evaluar la importancia de la exposición, primero contamos la cantidad de inventores que vivían en la ciudad de cada niño cuando era pequeño. Usamos esta medida para representar una forma de medida para la exposición a la innovación. Después de todo, las posibilidades de que un niño entre en o con inventores aumentan mientras más inventores haya a su alrededor.

Descubrimos que crecer en una ciudad con más inventores aumenta sustancialmente la probabilidad de que un niño se convierta en un inventor cuando sea adulto. Esto es cierto incluso cuando sacamos del análisis a niños que eran hijos de inventores. Esto sugiere que no son solo los hijos de inventores quienes probablemente se convertirán en inventores.


También descubrimos que los niños que se convierten en inventores tienden a inventar el mismo tipo de cosas que los inventores en la ciudad donde crecieron. Por ejemplo, entre los residentes actuales de Boston, los que crecieron en Silicon Valley en torno a los innovadores en informática son más propensos a inventar tecnologías relacionadas con la informática. Por otro lado, los residentes de Boston que crecieron en Minneapolis, un centro para empresas de dispositivos médicos, tienen más probabilidades de inventar nuevos dispositivos médicos. Estos patrones detallados sugieren que hay algo específico sobre las interacciones con los inventores durante la infancia que hace que los niños sigan sus pasos.

Los efectos de crecer alrededor de inventores son grandes. Nuestras estimaciones sugieren que trasladar a un niño de un área en el percentil 25 de exposición a inventores, como Nueva Orleans, a uno en el percentil 75, como Austin, Texas, aumentaría las posibilidades de que el niño crezca inventando una nueva tecnología hasta en un 50 por ciento.

Estos efectos son más fuertes cuando los niños están expuestos a inventores con antecedentes similares. Las niñas que crecen en una ciudad con más mujeres inventoras son más propensas a inventar, pero crecer con inventores varones adultos no tiene ningún efecto en las tasas de innovación futura de las niñas. De manera similar, la innovación futura de los niños está influenciada por el número de inventores varones y no mujeres que los rodean durante la infancia.

Debido a que es probable que los grupos poco representados tengan menos interacciones con los inventores a través de sus familias y vecindarios, las diferencias en la exposición juegan un papel importante en estas disparidades. De hecho, nuestros hallazgos sugieren que si las jóvenes estuvieran expuestas a mujeres innovadoras al mismo ritmo que los niños a los hombres innovadores, la mitad de la brecha de género en la innovación sería eliminada.



Juntos, nuestros hallazgos requieren un mayor enfoque en las políticas y programas para aprovechar los talentos subutilizados de nuestro país mediante el aumento de la exposición a la innovación para las niñas y niños de entornos desfavorecidos. Puede ser especialmente beneficioso centrarse en los niños que obtienen buenos resultados en matemáticas y ciencias a edades tempranas.

Dichas políticas podrían incluir programas de tutoría, pasantías o incluso intervenciones a través de las redes sociales.

En un nivel más personal, aquellos que tienen puestos en los que pueden ser mentores pueden pensar más en asegurarse de que los estudiantes de entornos desfavorecidos tengan la orientación necesaria para seguir este camino en sus propias carreras.

*Alexander Bell es candidato a doctor en Economía de la Universidad de Harvard
*John Van Reenen es profesor de Economía Aplicada en el Instituto de Tecnología de Massachusetts
*Raj Chetty es profesor de Economía de la Universidad de Stanford
*Xavier Jaravel es profesor asistente de Economía en el London School of Economics and Political Science

The Conversation
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