Lingüista investiga qué nos hace sentir conectados a otras personas

Por Randy Nieves-Ruiz
¿Qué nos hace sentir una conexión con algunas personas pero no con otras? Las respuestas a menudo son subjetivas: quizás tenemos gustos similares, venimos del mismo lugar o tuvimos parecida crianza.
Sin embargo, Suzanne Dikker, una lingüista de vocación y neurocientífica por consecuencia, busca respuesta a esa pregunta en el cerebro humano, y tanto la ciencia como el arte son sus herramientas de investigación.
A pesar de que a Dikker se le puede ver en conferencias y en representaciones artísticas manipulando herramientas de encefalografía, la doctora en lingüística no se considera a sí misma una científica.
Sin embargo, utiliza el método científico tanto para buscar contestación a sus preguntas, como para entretener e "intentar hacer que la ciencia sea más accesible y más divertida" para los jóvenes y el público en general.
"Nosotros hacemos estas demostraciones interactivas en donde los jóvenes pueden ponerse estas diademas con electrodos para EEG (electroencefalogramas) y les dejamos detectar sus ondas cerebrales, y verlas, y pensamos en cualquier pregunta que nos quieran hacer", explica Dikker, quien esta semana presentará una charla en el Miami Dade College sobre neurolingüística, sus experimentos y puestas artísticas en escena.
La neurolingüística es la ciencia que estudia cómo el cerebro procesa el conocimiento, comprensión y adquisición del lenguaje.
Pero a Dikker lo más que le interesa es la sincronización cerebral entre dos personas. Es decir, qué es lo que ocurre cuando las ondas cerebrales de dos personas coinciden en un electroencefalograma.
De ahí preguntas como "¿Qué nos hace sentir una conexión con algunas personas pero no con otras?", "¿Por qué te sincronizas con otra persona?", "¿Te sincronizas porque esa otra persona te gusta, o ya que esa persona te gusta, te sincronizas con ella?"
La lingüista explicó que sus investigaciones sobre la sincronización cerebral partieron de la pregunta de "'por qué procesamos las cosas a nuestro alrededor tan rápidamente', y una de las razones es que anticipamos lo que nos rodea. Si digo ´hierba´, ya estás pensando ´verde´... bueno, tal vez la coordinación y la sincronización entre dos personas es el resultado de nuestra capacidad de anticipar lo que los demás van a decir o a hacer".
Dikker indicó que buscando respuestas a estas preguntas se tropezó con Marina Abramovic, una artista serbia de performance reconocida, entre otras representaciones, por sentarse durante tres meses en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York durante 2010, a mirarse fijamente con las personas que se les sentaban frente a ella, en un performance llamado The Artist is Present.
"Todo el mundo tuvo una reacción muy emotiva al o visual. Es muy rato mantener o visual con alguien por más de tres segundos. Los niños se pegan, o salen corriendo, o comienzan a reírse. Es una experiencia muy emotiva y encantadora", explicó Dikker.
Con Abramovic armó el experimento Measuring the Magic of Mutual Gaze ("Midiendo la magia de la mirada mutua"), basado en "The Artist is Present", durante el cual dos personas se sientan una frente a otra durante media hora, mirándose fijamente, conectadas a aparatos que miden las ondas cerebrales y un visual de dos cerebros unidos por un puente luminoso cada vez que las ondas se sincronizan.
En otro experimento con el artista holandés Matthias Oostrik, llamado Mutual Wave Machine, dos personas sentadas una frente a otra pueden intentar sincronizar sus ondas cerebrales conscientemente. Cuando están sincronizadas pueden ver claros patrones de luz, si no lo están impera la oscuridad.
En 2015 Dikker llevó su búsqueda por respuestas a una escuela de la ciudad de Nueva York, con el propósito de conocer qué tipo de interacciones entre alumnos y maestros hacían sincronizar sus ondas cerebrales.
De todos sus experimentos, Dikker explicó que ha obtenido "pedacitos" de respuestas.
"Los chicos que se caían mejor entre sí también sincronizaron más, y sincronizaron mejor cuando hacían cosas que les gustaban, como ver un video juntos, o prestarles atención al maestro, lo que demostraba que estaban interesados" en la clase, explicó.
Desafortunadamente, dijo, no pudieron medir la sincronización del maestro con los alumnos, dado que la naturaleza de la instrucción en el salón está repleta de acción y movimientos, en vez de estar enfocada en un punto fijo.
Aunque ahora hace todo estos experimentos y representaciones en escenarios y museos, Dikker nunca sospechó que sus estudios en lingüística la llevarían a estudiar la neurociencia, y mezclar con ella la educación y el arte.
Incluso el estudio de la medicina, campo que le interesa, lo ve como algo lejano ahora que está envuelta en su trabajo como investigadora en la Universidad de Nueva York, en la Universidad de Utrecht (Holanda) y en el Museo Americano de Historia Natural.
"Nunca tuve un trasfondo tradicional en STEM (ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas). En ese sentido era una chica clásica. Cuando estaba en secundaria escogía materias más de arte, historia, filosofía, luego comencé a estudiar lenguas y lingüística, y luego todo fluyó... me moví más hacia la ciencia y por eso es que puedo trabajar con neurociencia, pero nunca tuve la base para ser médica", explicó.
A los estudiantes interesados en estudiar materias científicas (STEM), Dikker les aconseja no tenerles miedo a las materias, preguntar siempre que tengan dudas y, si tienen dificultad con el material en los libros, que intenten aprender de manera práctica.
"Personalmente no soy buena aprendiendo a programar, o aprendiendo estadística o matemáticas de un libro porque se me olvida al otro día. Yo aprendo mejor practicando si tengo un proyecto a la mano, si tengo que resolver un problema y luego aprendo la matemática, la programación mientras hago el proyecto".
Suzanne Dikker hablará sobre su trabajo artístico y científico este miércoles 20 de enero en el Miami Dade College, como parte del ciclo STEMversations.