Cómo la depresión llevó a un mexicano a la cima del mundo (y al libro de los Récords Guinness)
Por Sergio Peralta @speraltah y José Ángel Gonzalo @jangelgonzalo
Su nombre está ya inscrito en el libro Guinness de los Récords desde que en 2013 consiguió llegar a la cumbre del Everest dos veces en la misma temporada.
Ahora, el mexicano David Liaño González, de 36 años, vuelve a ser noticia: este mes de mayo se convertía, junto a los británicos Kenton Cool y Robert Lucas, de 42 y 53 años respectivamente, en los primeros escaladores extranjeros en alcanzar la cima del mundo tras la avalancha que dejó 16 muertos en 2014 y el gran terremoto que en abril de 2015 arrasó Nepal.
Liaño González, quien vive entre Seattle y Ciudad de México, estuvo prácticamente cuatro meses preparándose para poder volver a plantar su huella a 29,029 pies de altura (8,848 metros).
En enero comenzó con entrenamiento hipóxico: dormía en una tienda de campaña con una concentración menor de oxígeno para simular una altura mayor. También realizó numerosos ascensos y corrió una maratón pocos días antes de dirigirse al Everest.
“El plan era hacerlo sin oxígeno pero terminé haciéndolo con oxígeno”, confiesa vía Skype desde Katmandú, donde se encuentra tras el descenso.
Esta ha sido la sexta vez que ha llegado a la cima de la montaña más alta del mundo. Este mexicano comenzó su pasión por el alpinismo cuando tenía tan solo 13 años. Han pasado 23 años en los que ha estado reflexionando sobre el porqué un día alguien decide comenzar a escalar, a arriesgar su vida por subir una montaña.
“Si no se hace por un motivo más altruista esta actividad puede ser algo muy personal que se podría considerar egoísta”, reflexiona Liaño, quien reconoce que después de todo el esfuerzo, el sacrificio, el gasto (subir al Everest puede llegar a costar aproximadamente 50,000 dólares) tan solo queda el recuerdo y la fotografía.
“Si esto se hace por una causa más valiosa en la que se pueda beneficiar a alguien con todo esto, es lo que le da significado a la escalada”, explica el escalador. Y él encontró su motor en la depresión.
“Este es un tema muy personal, que me ha tocado vivir de cerca, con familiares, amigos”, reconoce sin vergüenza este mexicano. Esta enfermedad, considerada como una epidemia en este siglo, afecta a 350 millones en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud.
Es cierto que en los países desarrollados existe una mayor concientización de este trastorno mental y existe una “mayor cultura y se da apoyo a las personas que la sufren”. No es así en muchos países en vías de desarrollo, como en América Latina o el mismo Nepal. En muchas regiones, la depresión es un “estigma”.
Liaño, que además es piloto de parapente, encontró su inspiración durante un épico viaje en motocicleta de 6,200 millas (10,000 km) que le llevó por toda India. Allá conoció la fundación Live Love Laugh (Vive Ama Sonríe). Creada por Deepika Padukone, una actriz muy popular en su país, trata de concienciar y mejorar la vida de los que padecen esta enfermedad.
Por eso, las imágenes de Liaño en lo alto del mundo lo muestran con una bandera de esta organización benéfica.
Sorpresas en la cima
Cuando el 12 de mayo Liaño lograba alcanzar este nuevo reto, fue testigo de los cambios que se han producido en el Everest por el cambio climático y los sismos de los últimos años.
La conocida cascada de hielo del Khumbu, considerada como uno de los principales obstáculos para subir al Everest por la ruta del Collado Sur, se está derritiendo y está provocando que “se vuelva más peligrosa” porque las altas temperaturas están desestabilizando los bloques de hielo.
Pero la mayor sorpresa en su ascenso la tuvo justo a unos pies del final de su trayecto: el Escalón de Hillary, un muro de hielo y piedra considerado el tramo más difícil de la ruta sur, ha desaparecido. Este último obstáculo, conocido así por el primer escalador que lo superó el 28 de mayo de 1953, Edmund Hillary, ya no está debido a los terremotos.
Ahora, ya de camino a casa, David Liaño piensa en cuándo volverá a la cima del mundo pues “todavía tengo algunos retos en el Everest por realizar”. Entre ellos, volar desde la cima en uno de sus parapentes.