Esta app quiere ayudar a que millenials y personas mayores compartan apartamentos y casas

Cuando Jane Kamine, su esposo y su bebé se fueron a vivir en Stanford, en California, durante los años 70, decidieron alquilar su cuarto de invitados. No lo hicieron porque necesitaban el dinero sino porque realmente querían conocer a la comunidad. “Estábamos en un nuevo lugar y no conocíamos a nadie”, dice. “Nos estábamos preguntando cómo nos iba a ir en este nuevo mundo”.
Entonces se dirigieron a las personas de la cercana Universidad Stanford y alquilaron el cuarto de invitados durante meses. Kamine dice que algunas de sus amistades más preciadas de toda la vida se formaron justo en la mesa de su cocina. Eran personas de 20 o 30 años o más; estudiantes, profesores visitantes, médicos y eruditos internacionales. Y todos empezaron como extraños en su casa.
Ahora Kamine tiene 74 años y se ha mudado con su esposo a Cambridge, Massachusetts, donde el matrimonio alquila su dormitorio del tercer piso principalmente a personas de la Universidad Harvard. Ya que sus hijos crecieron y se mudaron de la casa, a veces Kamine les pide a sus invitados que ayuden en la casa. “Hacer compras, trabajar en el jardín —sólo cositas— ayudarme con problemas con la computadora”, dice. “Indiscutiblemente ayudarme con la computadora”.
Ahora, dos emprendedoras esperan apoyar a gente como Kamine con una app. Noelle Marcus y Rachel Goor —planificadoras urbanas recién graduadas de MIT— crearon Nesterly, aplicación que ya ganó varias competencias durante este año, entre ellas la MIT Global Ideas Challenge (Reto de Ideas Globales de MIT) y el concurso Big Apps de Nueva York. Las desarrolladoras estrenarán a Nesterly en Boston durante el comienzo del semestre de otoño de este año y juntarán a dueños de casa con estudiantes de posgrado quienes están buscando alquileres más bajos a cambio de hacer tareas domésticas.
Nesterly es como una combinación de Airbnb y Angie’s List. Para los s mayores, Nesterly servirá como una aplicación de servicios mediante la cual los dueños de casa pueden buscar inquilinos potenciales basados en el tipo de ayuda que necesitan. Y, para los estudiantes, mientras más tiempo de trabajo aportan, más bajo podría ser su alquiler, dependiendo del acuerdo establecido. En cuanto las dos partes establezcan los términos a través del sistema de mensajería de Nesterly, la app los ayudará a controlar el acuerdo que hagan.
“La comunicación es tan crítica, es por eso que estamos construyendo interfaces que fomentan conversaciones sobre expectativas y sobre cómo será la interacción antes de que cualquier persona se comprometa con cualquier cosa”, dice Goor, quien agrega que la aplicación incluirá la oportunidad de revisar antecedentes.
Se proyecta que entre 2010 y 2030 aumentará en un 65% la cantidad de residentes de Boston de al menos 60 años de edad y se espera que muchos de ellos no se mudarán sino que irán envejeciendo en la ciudad. A nivel nacional, la cantidad de casas con cabezas de familia de 65 años o más llegará a 49.6 millones para 2035 y representará un tercio de todas las casas estadounidenses. Y, según un reporte de Harvard, la mayoría consistirán en una sola persona o en una pareja.
“Realmente nos emociona la oportunidad de ayudar a la población estadounidense que está envejeciendo rápidamente a mantenerse en sus casas y una forma de hacer esto es conseguirles ayuda en la casa como cambiar focos o quitar la nieve”, dice Marcus. “ Estas tareas sencillas que pueden realizar los estudiantes realmente podrían marcar una gran diferencia para una casa de personas mayores”. Marcus agrega que, si bien la aplicación no requerirá que los estudiantes ayuden en la casa, les convendría hacerlo si quieren encontrar vivienda asequible.
La convivencia intergeneracional no es para nada una tendencia nueva. Desde Cleveland, Ohio hasta Finlandia y los Países Bajos, los asilos para ancianos han alquilado cuartos a millennials quienes están dispuestos a dar su tiempo a cambio de un alquiler más barato. Las universidades también han empezado a experimentar con programas que juntan estudiantes con residentes mayores. La tendencia está creciendo: el National Shared Housing Resource Center (Centro Nacional de Recursos para la Vivienda Compartida) lista aproximadamente 40 programas formales de convivencia intergeneracional a nivel nacional. Además, la Universidad de Nueva York es una de las últimas universidades en poner a prueba un proyecto que este otoño emparejará a 10 estudiantes posgrado con personas de tercera edad. Sin embargo, hay pocos de estos programas intergeneracionales.
A nivel informal, muchos dueños de casas e inquilinos prueban su suerte al acudir a sus amigos, listservs ( software que gestiona listas de correo electrónico) y sitios como Craigslist. Lo que Marcus y Goor esperan lograr con Nesterly —y lo que finalmente llamó la atención de los jueces en las competencias— es eliminar la incertidumbre de establecer estas relaciones y facilitarlas a través de una plataforma segura y fidedigna.
“ Actualmente el nivel de calidad es un poco bajo en términos de cómo está ocurriendo y no es accesible para muchas personas”, dice Marcus. “Existe un mercado mucho más grande que las personas que están dispuestas a confiar en Craigslist”. Para comercializar la idea y encontrar s potenciales, actualmente el dúo se está comunicando con las organizaciones comunitarias como el grupo local de AARP (organización nacional para personas retiradas) y diferentes asociaciones de propietarios, así como con el gobierno de la ciudad.
Según afirman Marcus y Goor, indudablemente existe la demanda por parte de los estudiantes debido al aumento de costos de la vivienda estudiantil, particularmente en ciudades grandes como Chicago, la Ciudad de Nueva York y Boston. Según Trulia, con frecuencia muchas universidades subestiman el costo de la vivienda ubicada fuera del campus —muchas veces la diferencia entre sus estimaciones y los precios reales suman miles de dólares—, lo cual les da una sorpresa desagradable a los nuevos estudiantes que llegan.
Nesterly se inaugurará en la zona de Boston, la cual es el destino universitario N°8 de EEUU y que ha experimentado un boom en la inscripción de estudiantes a lo largo de los años. Esto ha presionado a un mercado inmobiliario que ya ha tenido una reducción de un 20% en vivienda asequible desde 2014. Según el economista Joe Cortright, incluso esta supuesta vivienda asequible resulta demasiado cara para las familias trabajadoras, mucho menos para los estudiantes universitarios viviendo con un presupuesto estricto.
Además, un reporte de 2016 del Massachusetts Department of Higher Education (Departamento de Estudios Superiores de Massachusetts) encontró que 24 de 29 universitarias públicas encuestadas dijeron que sabían de estudiantes que están sin techo, ya sea durmiendo en sofás en casas de amigos, viviendo en albergues o hasta viviendo en autos. “Realmente queremos aliviar esa presión al utilizar mejor el espacio infrautilizado que se encuentra dentro de la infraestructura existente”, dice Marcus.
Entonces la gran pregunta es si los millennials y los dueños de casas (ya sean personas de tercera edad o familias más jóvenes) están listos para relacionarse tan cercanamente. Si hubo algo de cierto en la película Buenos vecinos de 2014 —en que Seth Rogen protagonizó el papel de un hombre de familia que se encuentra en una guerra con la hermandad bulliciosa que vive al lado—, existe un argumento de peso para afirmar que los residentes y los estudiantes universitarios no pueden coexistir en el mismo vecindario, mucho menos bajo el mismo techo.
Pero cuando Marcus y Goor llevaron a cabo una encuesta nacional de aproximadamente 1,200 personas de todas las edades (cabe notar que el tamaño de la muestra fue sesgada para consistir en personas más viejas), las respuestas revelaron que las personas al menos están abriendo a la idea. Entre las personas de entre 50 y 69, la mitad dijo que estarían abiertos a la idea de compartir sus casas, particularmente si estuvieran viviendo solos o si sus hijos ya hubieran salido de la casa. Un tercio de las personas de entre 70 y 89 años y un cuarto de los que tienen 90 años o más también han expresado interés en la idea.
Muchos encuestados dijeron que estaban dispuestos a albergar a extraños si estos pagaran alquiler. Otros dijeron que estaban interesados en la oportunidad para la interacción social y en la oportunidad de aprender. Kamine —quien participó en la encuesta— dice que valora el compañerismo que ha ganado al recibir estudiantes en su casa.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.