Cómo se entregan miles de pavos a familias necesitadas en Acción de Gracias

El viernes antes del Día de Acción de Gracias, Kelly Reid llega a las instalaciones de la campaña contra el hambre de Bedford–Stuyvesant a las 8:09 am, dos minutos antes de lo previsto. Revisa rápidamente su lista, pegada a un portapapeles, para ver lo que necesita descargar. Entonces saca unos guantes de trabajo pesado, sale de la cabina de su camión de 18 pies y comienza a desembalar 20 cajas de pavos congelados.
El almacén de víveres no está abierto todavía, pero Lorraine Thompson ya está esperando en una fila que se extiende más allá del edificio. Todos los que están formados en la fila están moviéndose en sus lugares para mantenerse calientes. Thompson se echa una capa de terciopelo prestada sobre sus hombros. Desde que dejó de fumar, dice, todo se siente demasiado apretado.
Ella manejó desde más allá de East New York para ver lo que se ofrecía hoy. Thompson recibe asistencia federal de Seguridad de Ingreso Suplementario y no tiene mucho dinero. Para hacer la cena de Acción de Gracias para su marido, su hija y su nieto ha ido reuniendo los ingredientes poco a poco: una lata de un ingrediente de un almacén, una caja de otro ingrediente de otro. "Puedo hacer una comida de una bolsa de papas", me dice. "Sea lo que sea, doy gracias por ello".

La enorme instalación de rescate de alimentos de City Harvest es un punto de carga de los alimentos que se envían a los almacenes y los refugios durante todo el año (Cortesía de City Harvest).
Es posible que los agricultores estén más ocupados los tórridos días de verano, ya que los cultivos maduran y es necesario recogerlos, lavar, envasar y vender los productos. Pero cuando el aire se vuelve frío, las organizaciones de ayuda alimentaria redoblan sus esfuerzos en pos de la alimentación de las familias necesitadas durante la temporada de vacaciones. El último día de Acción de Gracias, Bowery Misión sirvió 450 tartas y 250 galones de salsa. En esta época del año, "las cosas realmente se animan", dice Jim Dunne, director de operaciones de almacén de City Harvest, una organización sin fines de lucro que rescata y redistribuye víveres en todo Nueva York.
Durante la temporada de vacaciones, los voluntarios llegan a las instalaciones de 45,000 pies cuadrados de City Harvest en Long Island City para empacar manzanas, camotes, maíz enlatado y guisantes en cajas. La organización también entrega 10,000 pavos en los distritos, que conductores como Reid transportan.
Llevar esa mercancía a refugios y almacenes requiere un ballet de logística de aves de corral. Desde las granjas agrícolas en el medio oeste, las aves se llevan a distribuidores a todo lo largo de la costa este. La flotilla de 22 camiones de City Harvest los distribuyen a más de 200 agencias en los cinco distritos. Para ver cómo toma forma esta complicada coreografía, me uní a Reid en una de sus rutas de entrega de mercancías.

Las cajas de pavo congelado se descargan del camión de Reid (Jessica Hester/CityLab).
El almacén abre a las 3:00 am. A las 6:00 am, los coches ya están ocupando las calles cercanas. Letras amarillas parpadean en una señal antes de la entrada al puente de Brooklyn: "Alerta de embotellamiento: Use transporte público". Eso no es posible cuando se está transportando miles de pavos.
Esta instalación en particular se encuentra en un cruce de autopistas y túneles que permiten el a la mayoría de los distritos, para las 7:30 am, los camiones ya están en la carretera. Durante la temporada de vacaciones, la compañía también utiliza conductores temporales para enviar más mercancías por las pavimentadas arterias de la ciudad.
Cuando nos metemos en su camión, Reid comprueba su esquema, que le da el nombre, la dirección y la información de o de cada una de las 12 paradas que va a hacer (hoy tiene marcado "Entrega de pavos en Brooklyn"). Se conecta a un sistema para que la oficina de despacho lo pueda seguir. La lista da ventanas de entrega, pero no siempre es posible atenerse a ellas. Él llama a alguien en la oficina de despacho para que les avise a las personas en la primera parada que va a llegar temprano.

Kelly Reid comprueba su lista afuera de un almacén de alimentos en Brooklyn (Jessica Hester/CityLab).
Cada parada puede estar a una milla de distancia o algo así. Están trazadas con el objetivo final de llevar al conductor de vuelta a donde comenzó su viaje. En un determinado turno, Reid puede pasar ocho horas o más detrás del volante. Para pasar el tiempo, escucha programas de radio. Le gusta especialmente el programa matutino de Steve Harvey, pero también escucha a Geraldo o Rush Limbaugh ("Me encanta escucharlos criticar", dice). Así se veía su ruta el viernes:
La primera parada se encuentra a aproximadamente 4.8 millas del almacén; la segunda se encuentra como a una milla de la primera. Pero cuando Reid llama para decir que va en camino, nadie responde. Deja un mensaje de voz. "Estoy llevando sus pavos", dice. Pasamos por Saint John's Bread & Life, que está ofreciendo un desayuno muy concurrido.
Nos detenemos un poco más adelante en la cuadra, en South Road Tabernacle y nos encontramos con Douglas Pringle, el director de operaciones. El año pasado, una subvención de United Way le permitió al almacén comprar 260 pavos para obsequiar. Pringle dice que muchas de las personas que vienen por las comidas gratis son personas sin hogar o que van de refugio en refugio. No tienen a instalaciones para cocinar una comida de Acción de Gracias. Él separa los pavos para las madres solteras o las familias numerosas. "Nunca se sabe cuándo alguien está necesitado", dice Pringle.
La inseguridad alimentaria es un problema a nivel nacional: Incluso después de la recesión, el estable a los alimentos saludables se ha rezagado en comparación con otros indicadores de recuperación económica y afecta a todos los condados de Estados Unidos.
La ruta de Reid es un interesante caso de estudio. Su camino pasa a través de Bedford-Stuyvesant, un vecindario que se está gentrificando y que padece cada vez más de carencia de alimentos. Utilizando los datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos y el Censo de Estados Unidos, los investigadores del Banco de Alimentos de la Ciudad de Nueva York recientemente hicieron un esquema que muestra la disparidad en la alimentación en los distritos (las comidas "faltantes" que no se pudieron adquirir debido a la falta de recursos en el hogar). En Brooklyn, la disparidad en la alimentación aumentó en un 16.5% entre 2009 y 2014. Los costos estimados de los alimentos en la zona aumentaron en casi un 23% durante el mismo período. Esta disparidad se traduce en unos 13 millones de comidas.

La disparidad en la alimentación es especialmente pronunciada en grupos alrededor del Bronx y Brooklyn, por donde pasa la ruta de Reid (Banco de Alimentos de la Ciudad de Nueva York).
En un artículo en The New York Times, Gina Belafonte observó que el mapa de la disparidad en la alimentación sugería una relación entre la gentrificación y la pobreza. Esas comidas "faltantes" probablemente se concentran en zonas con focos de creciente desigualdad o vecindarios donde los residentes desplazados consideran asentarse cuando han sido desplazados de sus anteriores zonas por no poder permitirse seguir viviendo en ellas, escribió Belafonte. Bedford-Stuyvesant es uno de esos vecindarios, donde la pobreza convive con remozadas casas de piedra rojiza—y conforme el costo del alquiler se ha disparado, se les ha hecho menos factible a los residentes estirar el dinero para pagar las comidas.
El hambre tiende estar presente en la mente de las personas mientras se preparan para los festines de otoño e invierno: la gran mayoría de las donaciones financieras llegan durante los últimos tres meses del año, dice Ross Fraser, director de relaciones con los medios de comunicación de la organización nacional Feeding America. Esa tendencia se aplica en todo el país: en el Greater Chicago Food Depository, las sesiones de voluntarios están casi llenas hasta finales de diciembre; para aprovechar las donaciones de fin de año, el banco de alimentos de la comunidad de Gleaners en Detroit celebra campañas con fondos de contrapartida proporcionados por los donantes.
Pero cada temporada presenta sus propios problemas. En el verano, los niños que normalmente dependen de los programas de almuerzo escolar pueden tener dificultades para encontrar alternativas; en el invierno, las familias con bajos presupuestos asumen la carga añadida de la factura de la calefacción. Un aumento del interés de los voluntarios significa que almacenes y refugios pueden recopilar y empacar una superabundancia de alimentos que no requieren refrigeración en un corto período de tiempo, pero "queremos asegurarnos de que la gente entienda que éste es un problema que ocurre todo el año, y es algo con lo que lidiamos constantemente", dice Paul Morello, quien maneja las relaciones públicas del Greater Chicago Food Depository. "En marzo, seguirá existiendo el hambre". En cualquier semana, me dice Fraser, más de 5 millones de personas de todo el país se presentan ante las organizaciones de ayuda alimentaria en busca de asistencia.
Sin embargo, por ahora, Reid transporta aves de corral. Lo dejo en Faith Assembles of God, iglesia cuya puerta está custodiada por un águila tallada con las alas extendidas. Mientras me dirijo al tren, oigo a Reid llamar a un hombre que abre la puerta para ayudar a meter las aves. "Yo soy el tipo de los pavos", dice Reid.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.