La anatomía del tren 7 de Nueva York: la línea de metro más diversa de EEUU

El tren 7 es conocido por algo más que sus temerarios surfistas del metro. Es una línea muy importante en la red de transporte público de la ciudad de Nueva York y, posiblemente, el recorrido más diverso del país. Y este año, celebra su centenario.
Apodado el ‘Expreso Internacional’, el 7 inicia en Main Street, en Flushing, Queens. Luego pasa a través de zonas inmigrantes del este de Asia, del sur de Asia, latinos y otros. Su recorrido termina en Hudson Yards, al oeste de Manhattan. En 1999, el Consejo del Milenio de la Casa Blanca lo consideró una Ruta Nacional del Milenio por ser testimonio de las experiencias de los inmigrantes.

La ruta del tren 7 y la zona del vecindario de Flushings (Cortesía de Columbia University Press).
Un nuevo libro de los sociólogos urbanos Stéphane Tonnelat y William Kornblum esboza un retrato fascinante de esta importante rama del metro y sus pasajeros. Tonnelat, quien es de París, y Kornblum, quien es oriundo de Nueva York y ha vivido cerca del tren 7 toda su vida, ven el metro como un espacio ideal para el análisis etnográfico. En la segregada Nueva York, el transporte público reúne a personas de diferentes razas y etnias, nacionalidades, edades y perfiles. El tren 7, con sus pasajeros principalmente inmigrantes, es la manifestación más aguda de esa diversidad y un microcosmos de la ciudad. Explorar cómo los viajeros en este tren ven a otros y se ven a sí mismos revela mucho sobre el papel del transporte público en la facilitación de una identidad urbana compartida.
CityLab se reunió con Tonnelat y Kornblum para una conversación sobre el libro International Express: New Yorkers on the 7 Train.
En el libro hablan de esta cercanía entre personas diferentes crea fricción y con frecuencia refuerza estereotipos raciales y étnicos. Pero también se crea un sentimiento de comunidad entre los pasajeros. ¿Podrían hablar acerca de eso?
Kornblum: Seleccionamos personas que fueran representativas de los diferentes grupos étnicos y raciales que viven alrededor de la estación de la calle 74, una de las más concurridas. Caminamos con ellos y los desde la puerta de su casa, en el vecindario y de camino a la estación. Cuando hablaban en sus vecindarios, siempre utilizaron [los pronombres] ‘nosotros’ o ‘yo’. Nos dijeron "nosotros, en el vecindario, hacemos esto" o "yo hago esto en el vecindario". Luego, nos montamos en el tren, y nos dijeron, "cuando estás en el metro, haces esto y actúas de esta manera. Éstas son las cosas de las que tienes que cuidarte". Cambiaron al idioma del espacio urbano.
Eso refleja una comprensión de las formas en que se espera que se comporten [en ese espacio] con el fin de hacer avanzar la causa que todo el mundo comparte: llegar al lugar a donde van.
Tonnelat: Encontramos es que normas, básicamente un conjunto de conocimientos que las personas tienen que adquirir para llevarse bien: como la ‘ inatención civil’ [los extraños se reconocen mutuamente en formas sutiles, pero corteses] o lo que llamamos ‘movilidad cooperativa’, es decir, la gente se mueve en un grupo sin chocar entre sí.
Detrás de estas aptitudes que los viajeros tienen que aprender se encuentra una suposición general de que todos se comportarán adecuadamente.
Ustedes le han dedicado un capítulo a explorar cómo se desarrollan las interacciones entre diferentes géneros en el tren. ¿Qué descubrieron?
Tonnelat: El hacinamiento es el gran problema de estos días y con esto llega el problema del acoso sexual a las mujeres por parte de los hombres. Esto había surgido antes en la historia del metro de Nueva York, especialmente tras su inauguración, cuando estaba extremadamente lleno.
Tomamos esta cuestión seriamente. Trabajamos con Hollaback, que es una organización feminista que intenta defender los derechos de las mujeres a utilizar espacios públicos sin ser acosadas. Habían reunido una cantidad increíble de reacciones por parte de las mujeres que han sido manoseadas o acosadas en el tren y usamos esos testimonios para entender cómo reaccionan las mujeres cuando su privacidad está siendo violada. Lo que vemos básicamente, una vez más, [es que] el tren es un espacio disputado por cuestiones de género.
Kornblum: También analizamos, en detalle, las sugerencias que se les han dado a las mujeres acerca de cómo manejar la atención indeseada. La organización con cuyo material trabajamos tiene una opinión sobre esto: las mujeres deben confrontar a la persona que está molestándolas o manoseándolas.
Examinamos las declaraciones de las mujeres en la blogosfera acerca de este problema y llegamos a la conclusión de que, si bien es muy bueno que las mujeres respondan con firmeza, no siempre necesitan darse la vuelta y confrontar a la persona que piensan que lo hizo. Si ellas hacen saber que no desean la atención que les prestan, en lugar de realmente enfrentar a esa otra persona, se podría agregar un mínimo [de] seguridad en sus interacciones. Porque lo que queremos intentar hacer es evitar la escalada de violencia.
Stéphane y yo también discutimos la posibilidad opuesta: que las personas de diferentes géneros y diferentes identidades de género pueden sentir atracción unas por otras en el tren. Por lo tanto, hay muchos otros tipos de interacciones que están dentro de los límites del respeto mutuo.
Las interacciones entre los pasajeros de diferentes edades es otra cosa que ustedes discuten profundamente.
Kornblum: Cada jornada escolar, entre las 2 y las 3 de la tarde, un cuarto de millón de adolescentes y niños utilizan el metro para regresar a sus hogares. Y realmente se crea una especie de fenómeno social inusual. Hay muchos niños comportándose de maneras a veces no muy agradables. Varios jóvenes que trabajaron con nosotros en el seminario mantuvieron diarios de sus experiencias en el tren durante un período de cuatro a cinco meses.

Adolescentes en movimiento en la estación de Roosevelt Avenue/Calle 74 (Stéphane Tonnelat).
¿Dirían que el espacio del metro se convierte, en esos momentos, en una extensión del patio de la escuela?
Kornblum: Ésa es una buena analogía. Mientras están allí, están interactuando. Muchas veces puede haber gritos, disputas, saltos. Tienen mucha energía. Las personas de edad más avanzada [en el tren] pueden sentirse amenazadas o molestas. Por lo tanto, también existe cierto conflicto.
Tonnelat: [Los grupos de chicos] son como islas en medio del metro, que interactúan con el resto del vagón de tren. Hay diferencias interesantes entre cuando los chicos viajan solos en el tren —en esos casos, son muy discretos— y cuando viajan en grupos.
Uno de los jóvenes citados en el libro señala algo muy interesante: la forma en que una persona desliza la tarjeta Metrocard puede revelar si vive o no en la ciudad. Esa anécdota pone de manifiesto uno de los principales argumentos que ustedes plantean en el libro, que tomar el metro ayuda a los recién llegados a asimilar y desarrollar una identidad común, no sólo como pasajeros de una determinada línea de tren, sino como neoyorquinos. ¿Podrían hablar acerca de eso?
Tonnelat: Las aptitudes que las personas aprenden en el tren son, de hecho, aptitudes urbanas. Pueden aplicarse en cualquier lugar. De esta forma, el metro abre la ciudad materialmente, no solo a través del [ a diferentes lugares alrededor de la ciudad], sino también socialmente.
Kornblum: Te encuentras personas en todo el mundo que te dicen " o vivía en Nueva York. Solía tomar el tren 6 o 7. Me bajaba [en] esta estación". Pueden nunca haberse logrado ser estadounidenses, o quizás nunca lo quisieron, pero se volvieron neoyorquinos.
De todo este esfuerzo, ¿qué es lo que descubrieron sobre cómo los inmigrantes utilizan el transporte público y cómo los organismos de transporte ven a sus pasajeros inmigrantes?
Tonnelat: Los organismos de transporte tienen un compromiso con el universalismo y realmente no hacen distinción alguna entre inmigrantes y no inmigrantes. Intentan poner carteles en los idiomas más hablados en las comunidades, cuando hay ciertas interrupciones. Ése es un esfuerzo loable de su parte.
Kornblum: Hay una cita maravillosa en el libro del exconcejal por Flushing, John Liu. Él nos advierte que no romanticemos el metro. Para la mayoría de las personas —especialmente las personas de bajos ingresos de origen inmigrante— subirse al metro cada día, cuando está lleno o cuando hay que llegar al trabajo muy temprano en la mañana, no es una experiencia romántica.
Tonnelat: Pero [este tren] es la vida de la comunidad.
Kornblum: Y la gente reconoce eso. Uno de los mayores problemas que el concejal John Liu tuvo que enfrentar eran los frecuentes retrasos del tren número 7, pues están tratando de modernizar el sistema de señalizaciones.
Tonnelat: Algo de lo que no hablamos lo suficiente en el libro son las interrupciones los fines de semana. Dentro de esas comunidades de inmigrantes, hay muchos que trabajan los fines de semana y dependen de los trenes. Pero los fines de semana son el tiempo designado por la Autoridad Metropolitana del Transporte (MTA) para las obras de modernización en la línea. Y eso ha creado cierta tensión. Es un problema difícil de resolver porque esta línea sin duda necesita modernización.
Kornblum: Uno de los ingenieros principales dijo una vez que trabajar en el metro es como practicarle una cirugía a una persona que está trabajando en un escritorio. Así que nunca será una situación fácil para el público, aunque hay maneras en que la MTA podría hacer un mejor trabajo. Otra parte del libro se centra en cómo los pasajeros del metro son una parte integral del funcionamiento del metro. Cada vez más, la ciudad depende de que ellos mismos se controlen y hagan las cosas de forma ordenada. Mientras más competentes sean, mientras más competentes pueda ayudarles a ser la MTA, mejor estaremos todos como ciudadanos.
¿Hay algo más que deseen añadir?
Tonnelat: Ahora estamos en un momento interesante desde el punto de vista político, no solo en Estados Unidos, sino también en Europa y en muchas otras ciudades. La cuestión de la tolerancia frente a los extranjeros e inmigrantes [es] de alta proridad. Este libro ilustra cómo tantas personas diferentes de orígenes tan diferentes pueden estar juntas, y básicamente controlar el sistema de metro junto con la MTA. Creo que ofrece un antídoto a algunas de las opiniones pesimistas sobre la capacidad de los extranjeros para integrarse en el país que los acoge.
En segundo lugar, la mayoría de los metros [del mundo] son nuevos. Y ciertamente están siendo considerados un nuevo modo de integrar a los nuevos residentes urbanos en las ciudades y ayudar a las ciudades a mantener su diversidad y su tamaño.
Kornblum: Es la teoría de la urbanidad que nos entrega el metro.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.