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Ni blanca ni trabajadora de industrias: esta es la verdadera cara de la clase obrera en EEUU

La clase de bajos ingresos es, en realidad, muy distinta a lo que pinta Donald Trump. Y los latinos son parte importante de esta.
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13 Dic 2017 – 12:42 PM EST
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Las industrias hoy no entregan la principal fuente de empleos para la clase trabajadora. Crédito: SANJAY KANOJIA/AFP/Getty Images

Una cara arrugada y manchada de gris con el hollín de las máquinas. Manos con callos que salieron por haber estado fabricando artefactos. Herramientas y mucha grasa. Desde luego, la persona con estas características es blanca. En la imaginación popular, este es el retrato del estadounidense de clase obrera, una figura que los líderes políticos dicen que se beneficiará de sus políticas.

Esta imagen es también la que alimenta el mito de las personas que se levantan sólo con su propio esfuerzo: el verdadero estadounidense diligente, el trabajador que merece ayuda. También representa esa persona cuyas ‘ansiedades económicas’ se citan comúnmente para justificar la popularidad de los políticos racistas. Pero, en realidad, todo esto tampoco es verdaderamente representativo de los que constituyen la clase obrera y no lo ha sido durante mucho tiempo.

Un nuevo informe del Center of American Progress –un centro de estudios de tendencia liberal– expone la demografía de los trabajadores sin títulos universitarios y cómo han cambiado a lo largo del tiempo. Un hecho que quizás sorprenda a algunos es que los que están empleados en el sector industrial —en fábricas, construcción o minería— no constituyeron la mayor parte de este grupo incluso a principios del siglo XX. En 1940 sólo un tercio de la clase obrera tuvo estos tipos de empleos: casi la mitad trabajaba servicios y el resto en la agricultura.

Incluso cuando el porcentaje industrial de los estadounidenses de clase obrera llegó a su punto máximo durante los años 60, este sólo era de un 37%. Después de eso, bajó de manera continua y en 2015 estuvo en un 21%. Un abrumador 76% de la gente obrera tiene empleos de servicio en industrias como las ventas al por menor o en la atención sanitaria:

En este gráfico, se puede apreciar el número de trabajadores sin título universitario en EEUU a través de los años. En azul oscuro están los empleados por fábricas. En naranjo, la gran mayoría, empleada por servicios. El color azul claro representa a los empleados por la agricultura y otras industrias relacionadas.

En términos de la demografía, los trabajadores blancos son infrarrepresentados en este grupo en comparación con el país en general; en 2015 constituyeron un 59% de la clase obrera frente a un 64% de la población estadounidense de adultos. Ya para 2032, se espera que los grupos minoritarios constituirán la mayoría en esta sección de la fuerza laboral.

En este gráfico, se puede apreciar la raza de los trabajadores sin título universitario en EEUU a través de los años. En azul oscuro están los blancos no hispanos; en naranjo, los afroestadounidenses; en azul claro, los hispanos; en verde, los asiáticoamericanos; y en rosado, otros grupos.

La tercera gran conclusión de este resumen: las mujeres constituyeron casi la mitad de la clase obrera (46%) en 2015. En 1960 constituyeron un 33%, aunque esto se ha estado nivelando desde los años 90 con el incremento en mujeres con títulos universitarios.

En este gráfico, se ve el género de los trabajadores sin título universitario en EEUU a través de los años. En azul están los hombres y en naranjo, las mujeres.

Las necesidades de esta emergente clase obrera están cambiando. Los trabajos en fábricas quizás ya no sean tan numerosos, pero lo que muchos políticos —entre ellos el presidente— no entienden es que lo que los hizo especiales era su calidad, no su cantidad. Y esa calidad se debió en gran parte a la negociación colectiva.

A medida que los trabajos en el sector de servicios han aumentado su cuota del total de los empleos que tiene la clase obrera, sus condiciones laborales han empeorado. Hoy día un conserje trabajando en una gran empresa multinacional tiene sueldos mucho más bajos, así como mucho menos oportunidades de avance profesional y estabilidad laboral de lo que tenía un conserje en un puesto parecido cuando los sindicatos eran más fuertes. Esto se debe al hecho de que las compañías han cambiado cómo ven —y pagan— ese tipo de trabajo a medida que los sindicatos han sido debilitados. Los trabajos en el sector de servicio en cuanto a tareas domesticas —el cuidado de niños que las trabajadoras normalmente hacen— son particularmente infravalorados e incluso menos estables.

Según el informe, las personas que cada vez desempeñan más trabajos de clase obrera — los afroestadounidenses y los hispanos— tienen una mayor probabilidad (40% y 44%, respectivamente) que los estadounidenses blancos de clase obrera (32%) de expresar preocupación sobre sus circunstancias financieras.

Por lo tanto, la ansiedad económica es aún más prevaleciente entre la clase obrera de grupos minoritarios, una realidad tapada por los estereotipos de la ‘clase obrera’ en la retórica política. Los legisladores que realmente deseen ayudar a este grupo deben repasar las políticas que hicieron que los mejores trabajos de la clase obrera fueran grandes, según concluye el reporte:

Las dificultades de la clase obrera no serán solucionadas por los esfuerzos fragmentados de los estados de abrir nuevas industrias al atraer compañías con incentivos fiscales. Tampoco se resolverán mediante la presión presidencial de atrasar la tercerización de una planta por otro año más. En cambio, los legisladores necesitan una visión en cuanto a políticas que sea más amplia y audaz: una que ponga al gobierno indiscutiblemente de la parte de los trabajadores y sus familias. Las leyes deben hacer que sea más fácil para estos trabajadores unirse en sindicatos, dado que la organización sindical tanto hoy día como en el pasado ha contribuido enormemente al incremento en la calidad de los trabajos industriales.


Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.

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