El auge de los trabajos independientes podría hacer las cosas más difíciles aún para las mujeres


Con frecuencia Martin Schneider hacía las cosas más rápido que una colega femenina —Nicole Hallberg—, quien trabajaba en la misma pequeña agencia de servicios de empleo. Él pensaba que esto se debía a su experiencia adicional.
Sin embargo, un día un cliente de pronto empezó a actuar de manera “difícil”, “irrespetuosa” y “desdeñosa”, tal como recordó Schneider en una serie de tuits.
Pronto Schneider se dio cuenta del porqué de este cambio. Sin querer Schneider había usado la firma de Hallberg en los correos enviados al cliente (los dos empleados compartían el mismo buzón de entrada). Cuando le dijo al cliente que realmente era Martín y no Nicole, hubo una “mejoría inmediata” en las comunicaciones.
Schneider y Hallberg se quedaron intrigados por esta situación y se pusieron de acuerdo en hacer un experimento: intercambiarían firmas de correos electrónicos durante dos semanas. ¿Qué sucedió? Hallberg tuvo “la semana más productiva de su carrera”. Mientras tanto, Schneider estaba en “el infierno” mientras que clientes lo menospreciaron y cuestionaron todo lo que sugirió.
El sexismo en el lugar de trabajo
está bien documentado en las encuestasliteratura académicaprivadospúblicosdatos indicanMis propias investigaciones examinan cómo la pujante economía gig—es decir, la industria de empleos a corto plazo o independientes, en lugar de permanentes— afecta a la discriminación por género más que otros tipos de discriminación laboral. Recientemente realizamos un estudio con colegas en el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales, en Argentina el cual sugiere que una fuerza laboral cada vez más independiente podría empeorar el problema del privilegio masculino todavía más.
La diferencia entre llamarse María y José
décadasPor ejemplo: ¿los estereotipos en cuanto a género también ponen en desventaja a las mujeres cuando ellas son quienes están a cargo de las contrataciones? ¿Las mujeres tienen una menor probabilidad de negociar salarios y ascensos con un empleador masculino?
Para contestar estas preguntas, diseñamos el siguiente experimento: aleatoriamente seleccionamos e invitamos a 2,800 trabajadores autónomos en Nubelo —una plataforma en línea para contratos de empleo a corto plazo que está basado en España y que ahora forma parte de Freelancer.com— a solicitar para un proyecto de transcripción y edición de un video de mercadotecnia con una hora de duración.
Cada invitación vino del mismo empleador, una agencia ficticia de servicios de mercadeo. La mitad de los trabajadores autónomos (quienes fueron seleccionados aleatoriamente) recibieron el correo de una tal ‘María' mientras que el resto recibió el correo sobre la oportunidad laboral de un tal “José”. Además, la mitad de las invitaciones les pidió a los trabajadores autónomos a cotizar el proyecto, mientras que la otra mitad ofreció un pago fijo de 250 euros (301 dólares).
Los resultados confirmaron nuestra intuición: el privilegio masculino no sólo lastima a las mujeres cuando estén buscando empleo, sino que también las pone en desventaja cuando ellas son quienes están contratando.
En nuestro estudio, José pudo conseguir tarifas considerablemente más bajas de candidatos laborales potenciales de lo que pudo conseguir María, aunque el trabajo solicitado era idéntico. Los candidatos ofrecieron completar el proyecto por un promedio de 124 euros cuando José mandó la invitación, mientras que a María le exigieron 158 euros (aproximadamente un 27% más por exactamente el mismo proyecto).
Cuando se toman en cuenta las diferencias en las características de los que solicitaron el proyecto —tal como experiencia y reputación en el sitio Nubelo— la ‘penalidad’ aplicada a la empleadora femenina esencialmente no cambia. Lo más interesante fue que este resultado se obtuvo tanto con hombres que solicitaron el proyecto como con mujeres que lo solicitaron.
¿Las mujeres estuvieron menos dispuestas a negociar con José o María? No en nuestro estudio. De hecho, no encontramos ninguna diferencia significativa con las preferencias sobre la negociación a lo largo de nuestras cuatro combinaciones entre el género del empleador y del trabajador autónomo.
Es decir, las trabajadoras autónomas tenían la misma probabilidad que los trabajadores autónomos de responder a nuestro correo cuando éste les invitó a dar su cotización del proyecto y no marcó diferencia alguna cuando el correo vino de María o José.
En otras palabras, siempre y cuando que las reglas del juego estén expresadas de manera clara (que los trabajadores autónomos deben cotizar el proyecto), las solicitantes femeninas estaban igual de dispuestas a negociar que los solicitantes masculinos y el género de la otra parte (el empleador) no pareció afectar a este resultado.
El auge de la economía gig
gigencuestagigAlgunos aseveran que el auge de los arreglos de ‘trabajo alternativo’ podrían ofrecer más oportunidades a las mujeres para cerrar las brechas restantes en el mercado laboral. Nuestros resultados sugieren un futuro más incierto. Por una parte, indican que las mujeres podrían beneficiarse de los entornos laborales en que las reglas de negociación sean menos ambiguas, ya que los estudios indican que con frecuencia los hombres tienen la ventaja cuando las reglas son menos claras.
Por otra parte, nuestros resultados sugieren que la economía gig potencialmente podría empeorar la discriminación por género. En el mundo sumamente competitivo y apresurado del trabajo en línea, las contrataciones y los sueltos se determinan a base de poca información verificable sobre cada trabajador individual. Estas condiciones favorecen la activación de estereotipos sobre empleos ‘apropiados’ para las mujeres, su productividad y su disposición a negociar. Además, a medida que las relaciones tradicionales entre trabajadores y empleadores son sustituidas por transacciones de pares en una escala global, se vuelve desafiante la aplicación de leyes laborales en contra de la discriminación.
A medida que examinamos el impacto de la tecnología en el futuro del trabajo, hay algunos motivos para el optimismo, pero también muchos de preocupación. La verdad es que si bien la tecnología extiende nuestras capacidades como seres humanos, por desgracia no puede eliminar a nuestras parcialidades y prejuicios.
Este articulo originalmente fue publicado inglés en The Conversation y en CityLab.com. Lee aquí el artículo original.