La gran diferencia que marca la raza de los inmigrantes que llegan a EEUU

Hace 100 años atrás, casi todos los inmigrantes que llegaban a Estados Unidos eran europeos pobres y blancos. Estos nuevos inmigrantes de Irlanda, Italia y Europa Occidental fueron segregados en barrios urbanos marginales, viviendo separados de los que habían llegado antes que ellos, quienes en su mayoría eran inmigrantes del norte de Europa. Sin embargo, dentro de unas cuantas generaciones, las familias de estos nuevos inmigrantes tendieron a generar riqueza y a estar en el mismo nivel que los segmentos más prósperos de la población.
Ahora que la gran mayoría de los inmigrantes son de otras razas aparte de la blanca y oriundos de Asia y Latinoamérica, ¿se repetirá ese patrón de generar riqueza?
Hay varios motivos por pensar que no será así. Después de todo, con frecuencia la desigualdad en la distribución de la riqueza es una cuestión de raza, ya que familias blancas no hispanas tienen el mayor patrimonio neto promedio, seguidas por los asiáticos, los latinos y los afroestadounidenses. A nivel más específico, las investigaciones han demostrado que hay patrones parecidos de desigualdad en la distribución de riqueza entre los estadounidenses de raza negra y blancos nacidos aquí que los que existen entre inmigrantes de raza negra y blancos. Por otra parte, los inmigrantes asiáticos tienen mayores probabilidades de ser casi tan pudientes como los inmigrantes blancos.
Hace poco, sociólogos en la Universidad de Wyoming y la Universidad Brown se preguntaron si las barreras que enfrentan las minorías en EEUU también dificultan el progreso de los inmigrantes que no son blancos. Su investigación fue publicada en junio 2016 en la revista académica Sociological Perspectives. Analizaron datos de la New Immigrant Survey (Encuesta de los Nuevos Inmigrantes) de 2003, la cual capturó las experiencias de más de 8,000 residentes permanentes que habían estado viviendo en los Estados Unidos durante menos de diez años.
Matthew Painter fue el autor principal del estudio y en colaboración con su colega Zhenchao Qian, ambos analizaron a fondo las deudas, los índices como propietarios de casas y las carteras de inversiones de nuevos inmigrantes para determinar su patrimonio neto después de haberse establecido en EEUU. Sus cálculos demostraron que el patrimonio neto promedio para todos los inmigrantes nuevos era aproximadamente 63,000 dólares. Tal como esperaban, los inmigrantes blancos tenían el patrimonio neto más alto (92,965 dólares), seguidos por inmigrantes asiáticos (83,500 dólares), inmigrantes latinos (40,073 dólares) e inmigrantes de raza negra no latinos (34,318 dólares).
Para determinar en qué tanto las brechas en riqueza entre grupos estaban vinculadas con la raza de un inmigrante, Painter corrigió los sesgos con respecto a otros factores que afectan a la riqueza de un inmigrante, entre ellos qué tan bien hablan el inglés, cuánto tiempo esa persona ha vivido en Estados Unidos y si fue educado en Estados Unidos. Después de remover la influencia de estos factores, Painter y Qian encontraron que la raza de un inmigrante está fuertemente relacionada con su patrimonio neto. De hecho, por sí sola la raza les costó un promedio de entre 2,000 y 2,700 dólares en patrimonio neto a los inmigrantes de raza negra, asiáticos y latinos, en comparación con el patrimonio neto de inmigrantes blancos con un nivel parecido de preparación académica, tiempo de estancia en los EEUU y soltura para hablar el inglés.
Cuando se trata del patrimonio neto medio —no promedio—, los investigadores encontraron otro patrón: sólo los inmigrantes blancos tenían un patrimonio neto medio de más de 500 dólares; más o menos de un 80% de todos los inmigrantes en la muestra estudiada casi no tenían riqueza (menos de 500 dólares).
Si bien unos cuantos miles de dólares no parezcan una gran cantidad, estas brechas en riqueza indican que los inmigrantes blancos —tal vez debido a su color de piel— tienen una ventaja automática cuando se mudan a EEUU, dice Painter. “Nuestros resultados muestran que los inmigrantes blancos han hecho una transición más exitosa a la sociedad estadounidense y empiezan a comprar bienes y a acumular riqueza”, dice.
Por supuesto, Palmer y Qian no pudieron rastrear precisamente estos procesos de generar riqueza. Es complicado hacer la comparación entre cifras sobre patrimonio neto con la cantidad de riqueza que tenían los inmigrantes cuando llegaron a EEUU, ya que la New Immigrant Survey no indica cuánto de la riqueza de los inmigrantes se adquirió antes de que ellos se mudaran a EEUU. Tampoco indica cuánta riqueza generaron (o perdieron) después de mudarse para acá. “Idealmente, los encuestaríamos en cuanto lleguen al aeropuerto, pero dichos datos no existen”, dice Painter.
Además, cabe notar que el grupo estudiado no representa un retrato completo de los inmigrantes a EEUU, ya que todos son inmigrantes permanentes y legales con residencia. Por lo tanto, esta investigación no examina las barreras particulares que enfrentan los 11 millones (según estimaciones) de inmigrantes indocumentados que viven en los EEUU.
A pesar de estas limitaciones, Painter dice que su investigación sugiere que la raza por sí sola pudiera crear barreras económicas para nuevos inmigrantes a EEUU. Por ejemplo, es probable que los inmigrantes negros enfrenten los mismos obstáculos a ser propietarios de casa que los afroestadounidenses, entre ellos discriminación en el mercado de bienes raíces y tasas menos favorables para hipotecas. Es posible que los inmigrantes latinos no tengan a los mismos consejos en cuanto a inversiones que los estadounidenses blancos y por ende —tal como los hispanos en general— tengan menores probabilidade s de invertir en acciones, bonos y fondos mutuos. Muchos inmigrantes a EEUU imaginan que su nuevo país será una tierra de oportunidades, pero parece que tales oportunidades no están disponibles para todos de manera pareja.
Esta nota fue publicada originalmente en inglés en The Atlantic, como parte de Next America: Communities project (La Próxima América: proyecto de comunidades) proyecto apoyado por una subvención de Emerson Collective.