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CityLab Medio Ambiente

Las tres lecciones del movimiento de energía limpia en Dinamarca

Los líderes de ciudades en todo el mundo deberían prestar atención a lo que sucede en ese país escandinavo.
31 Jul 2016 – 03:51 PM EDT
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Un parque eólico en la capital danesa, Copenhague. Crédito: AXEL SCHMIDT/AFP/Getty Images

Para encontrar las metas más agresivas del mundo en cuanto a la energía limpia, no hay que mirar más allá que Dinamarca.

La ciudad de Copenhague está trabajando arduamente para cumplir con una promesa de volverse “carbono neutral” para 2025. Y Sønderborg —una municipalidad mucho más pequeña que queda cerca de la frontera con Alemania— quiere lograr lo mismo para 2029.

Las metas no son órdenes onerosas nacionales impuestas en reticentes gobiernos locales. En cambio, se ha creado un ciclo con el cual los dos niveles de gobierno se refuerzan mutuamente: acción robusta para reducir emisiones de carbón realizada por las municipalidades genera políticas cada vez más ambiciosas a nivel nacional. Para 2020 por lo menos la mitad de la electricidad de Dinamarca será suministrada por turbinas de vientos. Para 2050 el país estará totalmente libre de combustible fósil.

Como periodista, he estado reportando durante años sobre la manera en que los legisladores, empresarios, líderes de negocios y ciudadanos de Dinamarca están implementando medidas para llegar a estas metas. Sus historias se incluyen en mi nuevo e-book, titulado: Quitting Carbon: How Denmark Is Leading the Clean Energy Transition and Winning the Race to the Low-Carbon Future (Renunciando al carbono: cómo Dinamarca está encabezando la transición a energía limpia y ganando la carrera del futuro bajo en carbono). Hay mucho que los líderes de ciudades en todo el mundo pueden aprender de Dinamarca, tanto en términos de soluciones novedosas para la energía limpia como en el pensamiento creativo detrás de ellas.

A continuación, he destilado del libro unas tres lecciones que Dinamarca le ofrece al mundo:

1. Desata la creatividad de empresarios del sector público

Algunos de los capitalistas más creativos que jamás he conocido son empleados de las municipalidades danesas. Un ejemplo sería Billund Vund.

Esta empresa local provee servicios de agua y su propietario es la municipalidad de Billund. Durante los últimos 16 años la empresa ha mejorado continuamente su capacidad de hacer uso de un recurso renovable —aguas residuales— que en casi todos los demás lugares del mundo se ve como un problema que hay que manejar. En particular, Billund Vand utiliza un equipo llamado un “biodigestor” para convertir aguas residuales y otros materiales orgánicos en fertilizante, calefacción y electricidad.

Sin embargo, hubo una barrera al respecto. La ley danesa no permite que las plantas de tratamiento de agua potable o residual obtengan una ganancia con la entrega de estos servicios. Por lo tanto, Billund Vand creó una segunda compañía llamada Billund Energy. Esta empresa sucursal sí puede obtener una ganancia al vender electricidad sobrante y también al proveer servicios de consultoría a las municipalidades en Dinamarca y en otros países. Con este modelo, todos ganan: la energía limpia se provee a la red eléctrica y los clientes disfrutan tarifas que son un 50% menos que en otros lugares en Dinamarca.

Otro ejemplo del espíritu emprendedor de las empresas del sector público proviene de la aldea de Dronninglund. Al igual que la mayoría de las ciudades y pueblos de Dinamarca, Dronninglund tiene un sistema de “calefacción por distrito”, lo cual significa que los edificios obtienen su calefacción de agua cliente o vapor que se bombea por una red enorme de tuberías con aislamiento. En Dronninglund, los de la cooperativa local de calefacción votaron por establecer lo que hasta hace poco fue la planta más grande de “calefacción por distrito” solar de Dinamarca.

Anteriormente, Dronninglund dependía muchísimo del gas natural para calentar el agua en su sistema de calefacción para todo el distrito. Ahora un 40% de la energía proviene del sol, lo cual evita los impuestos altos de Dinamarca en combustible fósil. Esto funciona mejor durante los meses del verano cuando el sol nórdico calienta más, pero Dronninglund tomó un paso más allá para extender la utilidad de la planta solar hasta los meses finales del año. El agua calentada por el sol se bombea dentro de una antigua cantera de grava que ahora está revestida con plástico. El agua de esta cantera de depósito se puede utilizar para calentar casas y negocios durante una buena parte del otoño y los comienzos del invierno. Los clientes se ahorran cientos de euros anualmente en sus facturas de calefacción mientras que se reduce drásticamente la huella ecológica de la aldea.

2. Cosecha las eficiencias de energía de distritos

Los sistemas de calefacción a nivel de distrito como el de Dronninglund son un elemento indispensable de la transición enérgica de Dinamarca. Casi dos tercios de las casas en Dinamarca están conectados con tales sistemas. En Copenhague, la red más grande de calefacción de distrito en el mundo presta servicio a un 98% de los edificios de la ciudad. Copenhague también ha inaugurado un sistema de refrigeración a nivel de distrito que extrae agua templada del muelle de la ciudad para enfriar de antemano al agua que está destinada para edificios con grandes necesidades de refrigeración. La ciudad calcula que la refrigeración reduce el consumo eléctrico en un 80% en comparación con el aire acondicionado convencional.

La decisión que Dinamarca tomó hace muchos años de emplear estos tipos de sistemas de calefacción compartida representa una ventaja. Los sistemas a nivel de distritos son más eficientes que el modelo más común de hacer que cada residencia o negocio provee su propia calefacción. Los sistemas de distritos como el de Dinamarca son comunes en un punado de países europeos, entre ellos Suecia y Finlandia. En los Estados Unidos, con frecuencia se utilizan los sistemas de energía de distrito para calentar y enfriar los campus universitarios.

Las ciudades en crecimiento pueden replicar el modelo de Dinamarca al planificar la instalación de sistemas de calefacción de distrito en nuevos vecindarios. Así lo está haciendo Vancouver, tal como Citiscope reportó en 2014.

Hacer que tales sistemas obtengan su energía del sol —tal como el de Dronninglund— representante una nueva frontera interesante. Docenas de otros sistemas solares adicionales han sido instaladas o están en desarrollo por toda Dinamarca. Alemania —vecino de Dinamarca— esta hambrienta de soluciones de calefacción que usen poco carbono, por lo representa un mercado posible para la tecnología. Y si sistemas de energía solar pueden ser exitosas en un país tan nublado como Dinamarca, no existe razón por la que no se puede implementar en otros lugares.

3. Dale a las ciudades un interés financiero en la energía limpia

Desde los primeros días de la transición energética de Dinamarca, los legisladores entendieron la importancia de darles un interés financiero a los ciudadanos en los proyectos de energía limpia.

Un programa de subvenciones inaugurado por el gobierno danés a principios de los 80 cubrió el coste capital inicial de las turbinas de viento. En aquel entonces apenas estaba arrancando la industria del viento, pues incluso con las subvenciones las turbinas eran muy caras. Por lo tanto, se formaron cooperativas locales y así se les dio oportunidades tanto a individuos como a familias de invertir en proyectos de energía eólica.

Para 1996 se habían formado más de 2,000 de estas cooperativas. Dentro de cinco años, los 100,000 inversionistas de las cooperativas fueron responsables de un 86% de las turbinas instaladas en Dinamarca. Los inversionistas en el campo eólico de Middelgrunden —el cual se encuentra a poca distancia de la costa en las aguas poco profundas del Muelle de Copenhague— pudieron comprar acciones en incrementos de 1,000 kilovatios-hora. Después de diez años, esos inversionistas no sólo recuperaron su inversión inicial, sino que también reciben un retorno anual de un 7% de su inversión.

Un programa inaugurado por el gobierno danés en 2011 se basó en este legado al requerir que los promotores de la mayoría de los proyectos eólicos —ya sean en tierra o mar— ofrezcan a los residentes cercanos unas acciones que tengan el valor del 20 por ciento del proyecto total. No se les permite a los promotores sacar una ganancia de estas acciones comunitarias: se tienen que ofrecer a precio de coste. Primero hay que ofrecer estas acciones a residentes permanentes de 18 años de edad o mayores que vivan dentro de 4.5 kilómetros (3 millas) del sitio del proyecto.

Tal como me expresó Søren Thorpstrup Laursen —un ingeniero de HOFOR, anteriormente conocido como Copenhagen Energy— las reglas se establecieron con el propósito de promover nuevos proyectos eólicos y al mismo tiempo moderar la oposición a los proyectos propuestos al convertir vecinos en inversionistas.

Tanto en Sønderborg como en Copenhague la iniciativa de ser “carbono neutral” está vinculada inextricablemente con esfuerzos mayores de impulsar el crecimiento económico sustentable y agregar empleos locales que paguen bien.

“Hemos adoptado un enfoque holístico desde el inicio”, dice Christian Eriksen, director de proyectos para Project Zero A/S, la empresa privada que está encargada de implementar planes para la energía limpia en Sønderborg. “No es sólo [un proceso] de arriba abajo, de planificar y fomentar negocios y nueva tecnología para avanzarlo. También se trata muchísimo de la participación, del aprendizaje y de investir de poder a nuestros ciudadanos y empresas locales”.

Este artículo originalmente fue publicado en inglés en Citiscope.

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