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    Tres militares ecuatorianos mueren en nuevo ataque con explosivos en la frontera con Colombia

    El ataque, que dejó además siete militares heridos, es el último en medio de una escalada de violencia que vive la provincia fronteriza de Esmeraldas desde hace casi dos meses. La investigación de este atentado apunta a las secuelas del posconflicto de las FARC en Colombia y ha convocado incluso a agentes del FBI.
    20 Mar 2018 – 08:00 PM EDT
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    Los militares heridos fueron evacuados en un helicóptero. Crédito: Cortesía Comunicación Ecuador

    QUITO.- Tres militares ecuatorianos que patrullaban la frontera común con Colombia fallecieron este martes en un ataque con explosivos en Mataje, en la provincia de Esmeraldas, según informó el gobierno de Ecuador.

    Según un comunicado oficial, las muertes se debieron a la explosión de “un artefacto explosivo artesanal” colocado en el costado de una carretera. Otros siete militares también resultaron heridos y fueron evacuados del lugar en un helicóptero.

    Este ataque es un peldaño más en la escalada de violencia que vive la provincia fronteriza de Esmeraldas desde hace casi dos meses, cuando un coche bomba explotó el pasado 27 de enero en las afueras del destacamento policial del cantón de San Lorenzo y dejó más de 20 heridos y 37 casas. La investigación de este atentado, el primero de este tipo que ocurría en territorio ecuatoriano, apunta a las secuelas del posconflicto colombiano y ha convocado incluso a agentes del FBI.

    En la mira está Walter Patricio Arízaga Vernaza, alias Guacho, un ecuatoriano que ingresó a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2007 y se desempeñó como explosivista. Según información de Inteligencia colombiana, este ecuatoriano se desvinculó de la guerrilla a mediados de 2016 y formó un grupo armado con otros 50 individuos para controlar el negocio de la pasta de cocaína en la frontera.

    Su cabeza también tiene precio en Colombia: se ofrecen 300 millones de pesos (más de 100.000 dólares), por las pistas para atraparlo. Allí se lo relaciona con la masacre de campesinos en Tumaco ocurrida en octubre pasado.

    El propio presidente Juan Manuel Santos reaccionó en la tarde del martes en su cuenta de la red social Twitter donde trasmitió su solidaridad al pueblo ecautoriano y a las familias de las víctimas al atentado. Además, informó que convocó a la comisión binacional fronteriza para analizar lo ocurrido.

    El último de una serie de ataques

    La hipótesis del Ministerio de Interior de Ecuador señala que el grupo delincuencial liderado por el exguerrillero habría tomado represalías por una operación realizada en suelo ecuatoriano a inicios de enero, que habría mermado su economía: la incautación de 7.5 toneladas de precursores químicos. Según el titular de esta cartera, César Navas, "con esa cantidad de químicos hubieran procesado 20 toneladas de cocaína. Esto se traduce en una afectación de 600 millones de dólares".

    A la explosión del coche bomba le han seguido varios ataques a militares y policías que se han incrementado en la zona hasta llegar a los 12,000 efectivos. El último ataque ocurrió el pasado 18 de marzo, cuando una patrulla fue atacada cuando intentaban accionar drones de vigilancia en la zona. Además se han producido al menos dos detonaciones de bombas caseras hechas con un fertilizante y combustible, cerca de dependencias militares que hasta ahora no habían dejado víctimas mortales.


    La prensa local también ha registrado el desplazamiento masivo de los habitantes de la línea de frontera, sobre todo, de la población llamada El Pan, que está a 50 metros de suelo colombiano. Los 200 habitantes de ese caserío han dejado sus viviendas y se han refugiado en otras poblaciones. De esto todavía no hablan las autoridades locales.

    Interior solo ha informado de la captura de 14 personas directamente vinculadas a estos grupos armados residuales que dan soporte logístico al transporte de la droga. Esos grupos en el lado colombiano están identificados como Oliver Sinisterra, Guerrillas Unidas del Pacífico y el Clan del Golfo. Navas habla de “un teatro de operaciones muy complejo” porque los enemigos no están identificados y a veces se hacen pasar por campesinos. Además en esta guerra sin cuartel “la población local se siente identificada con estos grupos ya sea por miedo o por afinidades”.

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