La policía no creyó que esta feminista había desaparecido y cuatro años después encontró su cuerpo

Los padres de Solsiret Rodríguez, Rosario Aybar y Carlos Rodríguez, nunca creyeron que su hija había abandonado a su pareja y a sus dos hijos de 2 y 5 años para irse de viaje con sus amigas y disfrutar de su “libertad”, la hipótesis que la policía manejaba.
Les parecían raros los pocos mensajes que recibían desde el número telefónico de Solsiret diciendo que "no se preocupen" y "que la entiendan". La forma de expresarse en esos textos, con jerga y diminutivos, no era usual en ella.
Cuando iban a indagar por el estado de las investigaciones, que supuestamente estaba realizando la policía y la fiscalía, salían frustrados. Incluso en una de esas visitas un policía dijo al padre de la joven socióloga: “Señor, usted no sabe la clase de hija que tiene”.
“La policía, el Ministerio Público (Fiscalía) nos cerraron las puertas con sus comentarios machistas, denigrantes. El entorno en el que vivía mi hija también la denigró. Pero todo eso nos dio fuerzas para buscarla”, dijo a Univision Noticias Rosario, madre de Solsiret, una joven que era una entusiasta activista del movimiento “Ni una menos” en Perú.
“Yo les digo a los padres que buscan a sus hijas: exijan justicia, toquen una y mil puertas. Si van a ver resultados y les dicen que no hay resultados, no importa, hagan caso a su corazón y sigan”, dijo pocas horas después de conocerse que los restos de su hija fueron
encontrados en el mismo lugar donde vivía con su pareja.
Tuvieron que pasar casi cuatro años para conocer parte de lo que pasó con Solsiret. La desidia de la policía y fiscales, la burocracia y sobre todo los prejuicios fueron parte de una cadena de errores y horrores que han dejado consternados a los peruanos.
El gobierno, a través de los ministros del Interior y de la Mujer, ha tenido que pedir perdón público a la familia de la joven, quien habría sido descuartizada por su cuñado, que la pretendía, y su concuñada, en un crimen calificado “de odio y celos” por el actual fiscal que investiga el caso. Los anteriores dos fiscales poco o nada avanzaron en sus investigaciones, según los padres.
“Después de tres años recién la Policía Nacional, con un fiscal más proactivo, más diligente, más humano, ha podido en algo siquiera menguar la dura pena que tienen estos padres para dar con su hija. A nombre del Estado peruano tengo que expresarles las disculpas del caso, porque hemos fallado como Estado, desde el suboficial hasta el ministro”, dijo Carlos Morán, ministro del Interior.
"Este sistema machista que protege, guarda, encubre y encarpeta expedientes tiene que terminar", dijo por su parte la ministra de la Mujer, Gloria Montenegro.
Según la Defensoría del Pueblo, solo en enero han desaparecido 158 mujeres en el Perú. “Es decir, cada cinco horas se pierde una mujer”, dijo el Defensor del Pueblo, Walter Gutiérrez. De los 166 feminicidios registrados en el 2019 por esta institución, un 10% fueron informados como desapariciones, indicó.
Lo que pasó con Solsiret
Rosario y Carlos vieron por última vez a su hija el 21 de agosto del 2016. Dos días después su pareja, Brian Villanueva, los llamó a decirles que Solsiret se había ido de casa.
Inmediatamente los padres fueron a poner la denuncia ante la delegación policial, pero uno de los efectivos les dijo que esperen una semana por lo menos porque “como son personas jóvenes, generalmente se van y luego regresan”. Rosario recuerda que el comentario que hizo el policía en ese momento fue: “es que de repente está con la cabeza caliente y se fue con otro”. Regresaron una semana después y recién les aceptaron la denuncia.
Solsiret y su pareja Brian vivían en casa de los padres de este último junto a sus dos pequeños hijos. En esa misma casa vivían también Kevin (ahora de 26 años), hermano mellizo de Brian, y su pareja Andrea Aguirre (de 28 años). Según la fiscalía, Kevin la pretendía, lo que despertó los celos y el odio de Andrea. Los padres de Solsiret sostienen además que él la acosaba.
Andrea sostuvo en su testimonio ante la policía que discutió fuertemente con la joven socióloga y tras empujarse mutuamente, Solsiret cayó al suelo y se golpeó la cabeza. Al percatarse que murió se asustó y llamó a Kevin y entre los dos se encargaron de descuartizarla y esconder parte de los restos en un ropero de la propia casa.
Para despistar a la familia y a la policía, Andrea enviaba mensajes desde el celular de la joven a sus padres y entorno más cercano, ratificando que estaba de viaje y que estaba bien. Meses después, y haciéndose pasar por Solsiret, pidió la cancelación de la línea telefónica.
Si la policía ya había decepcionado a los Rodríguez por su reticencia a investigar a profundidad, los fiscales que inicialmente estuvieron al frente del caso terminaron de acongojarlos más. Los peritajes demoraron y los informes nunca concluyeron. No se supo a tiempo, por ejemplo, que los pisos del ambiente donde murió Solsiret fueron cambiados y que las paredes fueron pintadas. Tuvo que tomar el caso un nuevo fiscal para que haya avances que se conocieron recién en febrero.
Un informe de geolocalización del aparato móvil de Solsiret solicitado por el fiscal mostró que el teléfono nunca había salido de la zona y un peritaje fonético confirmó que la voz era de Andrea. Con esas pruebas, ella confesó el crimen y acusó a Kevin de ser su cómplice.
Ambos permanecerán detenidos preventivamente hasta octubre mientras duren las investigaciones por homicidio calificado. La fiscalía sospecha que hay más implicados en este caso.