"Recuerdo mis primeros signos de celulitis, en la secundaria media. Recuerdo haberle dicho a mi madre: ‘¿no es repugnante? Es muy feo’. Ella se bajó los pantalones y dijo: 'mira, yo también las tengo. Y yo estaba como ‘Gasp’. Ella me miró y sólo volteó sus ojos”.